El
monumental espejo de agua de los esteros
de Iberá, en la provincia de
Corrientes, es el escenario perfecto
para todas las actividades de aventura,
además de la observación
de especies prácticamente extinguidas
en otras partes del mundo, como yacarés,
ciervos
de los pantanos, lobitos
de río y carpinchos. Aquí,
todo lo que el turismo convencional
jamás verá, está
reservado en su estado más
puro para quienes aman la naturaleza.
La
palabra Iberá es un vocablo
que en idioma guaraní significa
"agua brillante". Los esteros
conforman un complejo ecosistema,
quizás el más variado
del país. Para recorrerlo es
recomendable alojarse en la colonia
Carlos Pellegrini (en el borde de
la reserva) o en la ciudad más
cercana, Mercedes, distante a 118
kilómetros.
El
primer centro de interpretación
se encuentra al borde de la laguna
Iberá, a pasos de la colonia
Carlos Pellegrini. Allí los
turistas entran en contacto con los
baqueanos que habitan la zona, que
se convirtieron en custodios de la
reserva brindando asesoramiento a
los visitantes y evitando la depredación.
Ver Esteros
del Iberá en un mapa más grande
Los
esteros de Iberá cubren aproximadamente
13.000 km2 formando una de las dos
mayores áreas de tierras húmedas
de agua dulce al sur del trópico
de Capricornio. Este humedal, único
en su género, se creó
exclusivamente por precipitaciones
y alberga una rica biodiversidad subtropical.
Está situado entre los ríos
Paraná, Paraguay y Uruguay,
dentro de una de las cuencas hidrográficas
más vasta del mundo, la del
Río de la Plata.
De
los 1.3 millones de hectáreas
que ocupan los esteros, 57.000 pertenecen
a la provincia y 1.143.000 son de
propiedad privada. Su formación
responde a depresiones de antiguos
cauces o lechos de ríos que
no se han modificado desde hace aproximadamente
60.000 años.
El
sector central está compuesta
por pantanos y lagunas poco profundas,
inferior a los cinco metros, rodeadas
por tierras más elevadas al
norte, este y oeste. En la región
se destacan siete lagos con una superficie
mayor a los 14 km2.
Los
esteros y lagunas de Iberá
son uno de los ecosistemas mas ricos
del país. Con el objetivo de
preservarlo, el gobierno de la provincia
de Corrientes creó el 15 de
abril de 1983 una reserva natural.
El
clima de la porción central
de Corrientes y del área que
preponderantemente ocupan los esteros,
es templado cálido, con una
temperatura media anual de 20º
centígrados. Las lluvias más
copiosas se registran en otoño
y el caluroso verano, correspondiendo
la menor precipitación a los
meses invernales.
Islas flotantes
El sistema de Iberá
está formado por la gran masa
de vegetación de los esteros,
con gran capacidad para retener agua,
y las precipitaciones pluviales, que
aportan anualmente entre 1200 y 1500
milímetros. De esa enorme cantidad
de agua recibida, menos de la cuarta
parte deriva hacia el río Paraná,
a través, del único
desagüe superficial del sistema,
el río Corrientes.
De lo demás
se encarga la alfombra vegetal por
transpiración metabólica
y la evaporación directa, favorecida
por la relación entre su gran
extensión y escasa profundidad.
Aproximadamente
entre el 20 y el 30% de su superficie
son lagunas bien delimitadas; estos
espejos de agua son más de
60 y alcanzan una profundidad de entre
2 y 3 metros; las costas en su mayoría
están constituidas por embalsados.
Las lagunas más importantes
son: Luna, Iberá, Fernández,
Trim, Disparo, Medina y Galarza.
Los embalsados
tienen origen en los camalotes, sobre
cuyo entretejido vegetal se deposita
tierra aportada por el viento y arrastrada
en suspensión por el agua,
formando así una primera capa
que posibilita el arraigo y crecimiento
de distintas especies de plantas,
incluso árboles.
Constituyen por
lo tanto verdaderas "costas flotantes"
y sus desprendimientos dan lugar a
islas movedizas dirigidas por el viento
y las corrientes.
Estos islotes pueden
sostener en los sectores más
firmes vegetación arbórea
(laurel, ceibo, curupí), aunque
las asociaciones de pajas son ampliamente
dominantes (totora, pehuajó,
espadaña, paja brava y otras).
Festival animal
y vegetal
Entre sus límites
brumosos es posible hallar formaciones
florísticas tan diversas como
camalotales, juncales y embalsados,
dentro de las comunidades acuáticas;
palmares de yatay o palma colorada,
selva en galerías, lapacho
negro, higuerón, timbó,
laurel negro y quebracho blanco, dentro
de las comunidades arbóreas;
y pastizales, cardazales y pajonales,
dentro de las terrestres y palustres.
En general sobre
la superficie de las aguas se pueden
ver irupés o nenúfares,
camalotes, lentejas, repollitos, lirios
y jacintos de agua y helechos pequeños.
En las islas se observan algunas especies
agrupadas, como por ejemplo, ombúes,
y en las costas del estero se encuentran
jacarandáes, lapachos, ceibos,
sauces, curupíes, timbóes,
guayabíes y espinillos.
En tanto, entre
las especies faunísticas se
destacan los mamíferos, aves,
reptiles, batracios, peces e insectos.
El representante por excelencia de
la zona es el yacaré, el negro
de hocico angosto y el ñato
u overo de hocico ancho. También
encontramos la boa del agua o curiyú,
lobito de río, el coipo parecido
a la nutria, carpincho, ciervo de
los pantanos, osito lavador, lobo
de crin, monos carayás o aulladores,
gato de los pajonales, zorros grises
chicos y zorrinos, además de
hurones, comadrejas, liebres y vizcachas.
Otros ejemplares
que se pueden apreciar son el armadillo
negro o tatú, peludos, mulitas,
cuises, ratones de campo, tucu-tucos,
lagarto overo, lagartijas, tortugas
y víboras de coral, cascabel
y yarará.
El show de colores
que propone el cielo de la reserva
sirve de broche de oro a los encantos
del lugar. Centenares de especies
de aves ofrecen un espectáculo
inigualable, que por su policromía
atrae la mirada atenta de los visitantes.
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