PUERTO PIRAMIDE.-
"La ballena no es un buen
paciente. No está acostumbrada
a visitar médicos",
dijo con su voz suave la ingeniera
oceanóloga Eunice Ñáñez,
que integra el grupo científico
argentino-colombiano que intenta
realizarle un electrocardiograma
y un fonocardiograma a una ballena
franca austral. En la primera
jornada de la expedición
"Corazón de Ballena"
los buzos Sergio Fernández
y el prefecto José Luis
Osa se aproximaron a unas veinte
ballenas en un mar revuelto
por vientos de veinte nudos,
pero los cetáceos se
resistieron a sentir los pinchazos
de un par de electrodos adosados
en dos ventosas que debían
ser clavados durante unos treinta
segundos sobre su piel.
Con 65 años, el prestigioso
científico colombiano
Jorge Reynolds Pombo, experto
en electrofisiología
cardíaca comparativa
humano-animal, es quien conoce
más que nadie el corazón
de los cetáceos. El especialista
comandó con destreza
el operativo a bordo de un bote
semirrígido bautizado
Tritón. El cielo estaba
gris, con una sensación
térmica bajo cero y el
agua a apenas 9°C.
El científico reconoció
que, junto al doctor Roger Payne,
titular del Whale Conservation
Institute/Ocean Alliance, practicó
un electrocardiograma a una
ballena franca austral en la
península Valdés
a mediados de la década
de 1980, pero esta expedición
es única porque el estudio
será completo y mediante
alta tecnología.
El interés en las ballenas
que se acercan a las costas
argentinas es sobre sus arritmias.
La especie franca austral tiene
de 45 a 60 latidos por minuto
cuando nada en la superficie,
pero su frecuencia cardíaca
baja a cuatro latidos -o menos-
cuando se sumerge.
La expedición tuvo sus
primeros resultados: se logró
la ablación de dos corazones
de un ejemplar juvenil de ballena
y de un ballenato muertos varados
en las costas de Playa Fracaso,
en el golfo Nuevo. Los órganos
fueron congelados en una cámara
frigorífica de la pesquera
Pescapuerta, de Puerto Madryn,
y se trasladarán al laboratorio
del Museo Argentino de Ciencias
Naturales, coordinado por la
doctora Marcela Junín,
para ser estudiados en Buenos
Aires.
De mosquitos e iguanas
Mientras esperaba un plato de
sopa para reponer calorías
después de casi cinco
horas de incursionar por las
aguas del golfo Nuevo, el científico
dijo que lleva realizados unos
200 electrocardiogramas a diferentes
especies: desde un mosquito
a una ballena.
Enseguida aclara que el mosquito
no posee un corazón,
sino un vaso contráctil
con válvulas y una frecuencia
de mil a mil doscientas contracciones
por minuto. A la hora de curiosidades,
Reynolds afirma que las iguanas
marinas de las islas Galápagos,
en Ecuador, son un caso asombroso:
detienen su corazón voluntariamente
hasta 45 minutos para que los
tiburones no las detecten.
El doctor Jorge Reynolds Pombo,
que dirige el Grupo de Seguimiento
de Corazón Vía
Satélite, partió
ayer de regreso a Colombia,
pero el equipamiento de su laboratorio
quedó en Chubut a disposición
del grupo argentino, que continúa
con su trabajo de campo para
registrar un electrocardiograma
y un fonocardiograma de una
ballena franca austral.
25 de agosto
de 2002
Fuente:
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