Por segundo
año consecutivo no pudo
concretarse la propuesta para
la creación de un santuario
ballenero en el Atlántico
Sur, impulsada por Brasil y
secundada por la Argentina.
Un grupo de
países se reúne
cada año en la Comisión
Ballenera Internacional (CBI)
para debatir el futuro de estos
cetáceos. Algunos de
los miembros se destacan por
su espíritu conservacionista,
otros luchan por mantener su
tradición ballenera.
La reunión
de este año, que concluyó
en Shimonoseki, Japón,
volvió a demostrar cómo
se contraponen los distintos
intereses de los 48 países
que integran la CBI.
Uno de estos
proyectos es la creación
de un santuario ballenero
en aguas del Atlántico
Sur, propuesta impulsada por
Brasil y patrocinada
por el gobierno argentino, que
fracasó al no alcanzar
las tres cuartas partes de los
votos necesarios para ser aprobada
por la comisión.
Se buscaba
proteger zonas de reproducción
y alimentación mediante
la prohibición de la
"caza científica",
que aún hoy algunos países
practican. Pero sólo
obtuvo 23 votos a favor y 18
en contra, con 4 abstenciones.
La "caza
científica", dicen
los proteccionistas, es un eufemismo
que enmascara la matanza de
ballenas, ya que más
tarde la carne de estos cetáceos
es vendida en distintos mercados
alrededor del mundo.
El santuario
del Atlántico Sur se
extendería desde la línea
del ecuador hasta el límite
norte del santuario austral
y desde las costas de América
del Sur hasta las de Africa.
"El santuario
generaría oportunidades
para las poblaciones costeras,
sería un promotor de
actividades de esoterismo como
el avistamiento de ballenas
y fomentaría la educación",
aseguró Mariano Vergara,
secretario de la embajada argentina
y comisionado argentino alterno
ante la CBI, quien agregó:
"Fundamentalmente, esta
medida tendería a conservar
un área muy amplia. No
sólo en las aguas jurisdiccionales
argentinas, sino también
en sus rutas migratorias en
aguas internacionales".
Tampoco fue
aprobado el santuario para el
Pacífico Sur, que presentaron
la delegación de Australia
y la de Nueva Zelanda por tercer
año consecutivo. Sólo
consiguió 24 votos a
favor y 16 en contra, con cinco
abstenciones.
Países
como Noruega y Antigua y Barbuda
consideran que la creación
de estas zonas carece de un
fundamento científico.
Japón argumentó
que los santuarios son innecesarios
porque las ballenas están
protegidas por la moratoria
de 1986, que prohíbe
la caza comercial. Japón
mata cuatro centenares de ballenas
al año, en el cupo de
"pesca con fines científicos",
gracias a un vacío jurídico.
Según
el embajador Eduardo Iglesias,
comisionado argentino ante la
CBI, "se sigue buscando
una protección más
institucional para los cetáceos,
una aprobación del santuario.
No es fácil, pero con
perseverancia, paciencia y mucha
convicción en lo que
se hace, se podrá lograr".
Hasta ahora
sólo existen dos santuarios
balleneros: uno en el océano
Indico y otro en las aguas que
circundan la Antártida.
A pesar de
que los santuarios no fueron
aprobados, la moratoria que
rige desde 1986 sigue en pie.
Una excelente noticia para las
naciones conservacionistas.
Sin excepciones
Japón
encabezó la exigencia
de que la medida fuera levantada.
Pero a la hora de la votación
sólo sumó 16 sufragios
a favor y 25 en contra.
Fue rechazada,
además, la moción
para que cuatro comunidades
costeras niponas fueran autorizadas
a cazar 50 ballenas por año,
tema que generó controversia.
La delegación norteamericana
apoyaba la caza de ballenas
para los pueblos esquimales
de Alaska, que viven de esos
cetáceos.
Lógicamente,
el argumento que planteaban
era que existe una gran diferencia
entre los cupos y cazar por
supervivencia. Finalmente se
les negó la cacería
a los pueblos aborígenes
de Alaska y de Siberia, aunque
a los groenlandeses se les haya
autorizado su cuota anual de
captura de ballenas grises en
el Pacífico nororiental.
Un descuento
para los países en desarrollo
La delegación
argentina tuvo alguna razón
para festejar al término
de la Comisión Ballenera
Internacional: una propuesta
creada por el grupo de sus representantes
para obtener una rebaja de entre
25 y 50 por ciento de las contribuciones
anuales de los países
en desarrollo fue apoyada por
la mayoría de los latinoamericanos,
con una excepción: México.
En los próximos
tres años, la Argentina
tendrá un descuento del
25 por ciento en la cuota, al
igual que el resto de los países
de América latina.
"Aunque
este acuerdo es provisional,
señala un camino por
seguir y marca los parámetros
que se deben tener en cuenta
para el acuerdo final",
señaló Mariano
Vergara.
Ese "acuerdo
final" al que se refiere
el comisionado alterno argentino
ante la CBI significaría
una reducción de fondos
que estaría por salir
en algunos años. Consiste
en una contribución permanente
que va a tener en cuenta, a
la hora de pagar la cuota, si
el país realiza caza
de ballenas o la cantidad de
delegados que manda a las reuniones
de la comisión, mientras
que el proyecto que se aprobó
en Shimonoseki se realizará
tomando en cuenta la capacidad
de pago de los países.
Con esta nueva
posibilidad de ingreso en la
CBI se verán beneficiadas
naciones que en algún
momento pertenecieron a ella
y hoy no pueden sostener la
cuota. Como Uruguay, que fue
miembro y tuvo que retirarse.
En otro orden
de cosas, Islandia con el apoyo
de Japón y Noruega, solicitó
ser, nuevamente, miembro de
pleno derecho de la CBI, pero
tuvo 25 votos en contra. Islandia
abandonó la Comisión
Ballenera en 1992, en protesta
por la gestión de recursos.
2 de junio de
2002
Fuente:
PÁGINAS
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