EL CALAFATE.-
Para el geólogo español
Adolfo Eraso, el verano dura
seis meses y transcurre a temperaturas
que apenas superan cero grado.
Sucede que
desde hace un par de años
este docente de hidrogeología
aplicada de la Universidad Politécnica
de Madrid asiste al verano boreal
en lugares tan inhóspitos
como Groenlandia o Islandia,
mientras que el estío
austral suele hallarlo recorriendo
los más helados parajes
de la Patagonia o de la Antártida.
¿Cómo
se explica semejante pasión
por el frío?
"Los
glaciares subpolares -aquellos
que se encuentran en los polos
o cerca de ellos- constituyen
el mejor sensor natural para
medir el impacto del calentamiento
global, ya que los cambios en
la temperatura ambiente se traducen
inmediatamente en variaciones
en el caudal de sus ríos
subterráneos", dice
a modo de respuesta el doctor
Eraso, que actualmente se encuentra
en esta ciudad para participar
del XV Congreso Geológico
Argentino, que finaliza hoy.
Los resultados
preliminares de sus estudios
revelan que en los últimos
trece años se ha duplicado
el caudal de los ríos
que corren por el interior de
los glaciares antárticos,
como resultado del aumento de
la temperatura global. En el
Polo Norte la situación
es aún peor: durante
el mismo período, el
caudal de estas kilométricas
tuberías que horadan
las entrañas de los glaciares
árticos se ha cuadruplicado.
Pero los hallazgos
del proyecto internacional del
que participa Eraso no sólo
permiten evaluar el impacto
del calentamiento global sobre
las grandes masas de hielo del
planeta: también han
aportado una solución
científicamente válida
a un enigma que desvela a los
expertos en cambio climático.
Torear
al toro de hielo
Desde hace
unos años, los científicos
han notado que la pérdida
de masa sólida (hielo)
de los casquetes polares que
es monitoreada mediante sofisticados
sistemas satelitales permite
explicar tan sólo las
dos terceras partes del aumento
del nivel que experimentan en
la actualidad los océanos.
Por algún lado, el planeta
está haciendo agua a
escondidas de los investigadores.
"El problema
-explica el doctor Eraso- es
que estas mediciones satelitales
no permiten tomar en cuenta
un factor hasta ahora ausente
en el balance de masa glaciar:
el agua que sale de los glaciares
a través de sus ríos
subterráneos y va hacia
el mar. Esta no puede ser computada
desde los satélites;
para estudiarla hay que bajar
al ruedo a torear el toro."
En 2000, un
proyecto de la Unesco tomó
el toro por las astas al abordar
el calentamiento global a partir
del estudio de los ríos
subterráneos que corren
por el interior de los glaciares
subpolares continentales.
¿Por
qué los científicos
prefieren a estos últimos
como objeto de estudio?
"Necesitamos
observar este fenómeno
en aquellos glaciares donde
el casquete de hielo no llega
a la costa -responde-, porque
es imposible delimitar dónde
termina el agua que sale del
glaciar y dónde empieza
el océano."
Eraso y sus
colegas han instalado modernos
sistemas experimentales de monitoreo
en diversos glaciares continentales
árticos y antárticos,
repartidos desde Groenlandia
hasta la península antártica,
para registrar mediciones sistemáticas,
a intervalos regulares, que
permitan correlacionar las cotidianas
oscilaciones de la temperatura
atmosférica con la variación
en el cauce de los ríos
subterráneos.
El mecanismo
de génesis de estos ríos
merece un párrafo aparte.
"Son posibles en tanto
el agua y el hielo pueden coexistir
a una temperatura de cero grado
-explica Eraso-. Cuando la radiación
solar funde pequeños
puntos del hielo de la superficie
del glaciar, genera agua que
corre cuesta abajo hasta encontrar
pequeñas fisuras por
donde meterse. Una vez dentro
del glaciar, el agua derrite
el hielo por un proceso denominado
fusión friccional: al
circular, genera calor por fricción
que funde parte de las paredes
del conducto."
Una hipótesis
de trabajo
Gracias a
los estudios de Eraso y sus
colegas, hoy los glaciares tienen
mucho que decir sobre el impacto
real del calentamiento global.
En primer lugar, la extrapolación
a áreas más extensas
de los datos de la fusión
friccional en los glaciares
estudiados arroja "cifras
importantísimas e insospechadas
que pueden responder de dónde
sale ese tercio de agua que
falta para justificar que el
mar ascienda mucho más
de lo que el balance de pérdida
de hielo permite explicar",
asegura el geólogo.
Por otro lado,
este equipo internacional de
investigadores ha demostrado
que hasta la más mínima
alza en la temperatura atmosférica
se traduce en un aumento del
caudal de los ríos subterráneos
de estas moles de hielo. Y no
sólo eso: "En los
últimos trece años,
la fusión glacial por
descarga líquida se ha
duplicado en la Antártida,
mientras que a la misma latitud
norte se ha cuadruplicado",
apunta.
¿Por
qué tal diferencia entre
Norte y Sur? "Existen varias
explicaciones posibles -responde
Eraso-. En el hemisferio norte
hay un nivel industrial más
alto, especialmente en América
del Norte, donde el 4% de la
población genera el 25%
de los contaminantes relacionados
con el efecto invernadero. Por
otro lado, el microclima de
la Antártida es más
frío."
¿Se
duplicará el caudal de
estos ríos subterráneos
en los próximos trece
años?, se pregunta Eraso.
"Sabemos que la función
no es lineal, es exponencial.
Pero eso, por ahora, es sólo
una hipótesis de trabajo.
Y recién estamos empezando
los estudios."
26 de abril
de 2002
Fuente:
PÁGINAS
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