Greenpeace afirmó
que la desaparición de ese
sistema provocaría un impacto
ambiental absoluto.
Activistas de la organización
ecológica Greenpeace impidieron
ayer el desmonte de una selva de yungas
en Salta, con el argumento de que
la desaparición de ese sistema
provocaría un "impacto
ambiental absoluto". Ayer a la
mañana los ecologistas salieron
al paso de una máquina topadora
y la encandenaron, con el fin de inmovilizarla,
para evitar el desmonte de la selva
ubicada en el noroeste argentino.
Según detalló Greenpeace,
la yunga es una selva de montaña,
con un ecosistema tropical, y constituye
un ambiente de gran riqueza biológica.
Por la concesión a una empresa
de capitales españoles, se
pretendería remplazar dicha
selva por una plantación de
cultivo de soja, por lo que "en
vez de talar y usar racionalmente
los medios, se busca eliminar totalmente"
dicha selva, se indicó.
Emiliano Ezcurra, encargado de Biodiversidad
de la entidad, advirtió que
"el impacto ambiental" de
ese desmonte "sería absoluto,
no quedaría nada" ya que
provocaría "un cambio
de clima a nivel local". Según
indicó, es la primera vez en
la historia de la organización
en el país, que un grupo de
activistas inmoviliza, primero con
sus cuerpos y luego con dispositivos,
a una máquina que tenía
por objetivo atacar la maleza.
Peligra el ecosistema
El ecosistema, que está ubicado
a unos 320 kilómetros de la
capital provincial y tiene una extensión
equivalente a "2.000 canchas
de fútbol" y podría
desaparecer "en cinco años"
de continuar la iniciativa de desmonte.
Cinco ambientalistas se encadenaron
a la máquina, lograron detenerla
con sus propios cuerpos, y simultáneamente
otros cinco activistas aprovecharon
esta pausa para envolverla con cadenas,
con el propósito de inmovilizarla.
Greenpeace dijo que la topadora pertenece
una empresa presuntamente de capitales
españoles que tiene autorización
oficial para desmontar mil hectáreas.
También se informó que
las llaves de los candados con los
que se bloqueó la topadora
serían entregadas a las autoridades
provinciales.
Ya en abril último, durante
el congreso ecologista de Huerta Grande,
Javier Corcuera, director general
de la Fundación Vida Silvestre,
había denunciado la sobreexplotación
de la selva de Yungas, "en lugar
de usar sabiamente los recursos naturales,
el comportamiento que se generalizó
en el país es de explotarlas".
En el encuentro nacional, autoridades
gubernamentales, guardaparques, ambientalistas
y especialistas de todo el país
coincidieron en la necesidad de aplicar
una moratoria al desmonte que sufre
esa selva. Los ambientalistas solicitaron
entonces que en forma urgente la Secretaría
de Ambiente y Desarrollo Sustentable
de la Nación, y los gobernadores
de Salta y Jujuy a "detengan
por un período de dos años
a toda actividad de transformación
(desmonte) a tierra agrícola
de la selva salteña, debido
al carácter irreversible del
impacto que provoca esta transformación,
con una alta probabilidad de extinción
de este ambiente".
15 de julio de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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