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Un
Ford A, en la línea
de montaje en 1928. |
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Dearborn, Michigan - La compañía
Ford espera que para el año 2050
casi la mitad de los vehículos
que vende sean impulsados por motores
a hidrógeno. Y algunos de sus
ejecutivos piensan que en otros 50 años,
la empresa podría fabricar no
sólo autos, sino también
trenes de alta velocidad.
Sin embargo, esperan que algo se
mantenga inalterado: el compromiso
de la empresa, mantenido desde que
su fundador Henry Ford comenzó
la industria, de fabricar vehículos
confiables para el ciudadano común.
"No podemos fabricar un vehículo
de alta tecnología sólo
por motivos tecnológicos",
dijo Scott Staley, gerente del sector
de combustibles de Ford. "Siempre
tendrá que ser el auto del
ciudadano que trabaja".
David Healy, analista de Burnham
Securities, considera que Ford perdió
de vista ese principio en los años
de 1990, cuando experimentó
en sectores no estrictamente relacionados
con los vehículos, como el
reciclado.
Sin embargo, sostiene que la empresa
está ya encaminada hacia la
recuperación.
"Ford concentra nuevamente su
atención en el negocio básico
de los automóviles", dijo
Healy.
El cambio más radical que
Ford anticipa para los próximos
cien años de existencia es
el reemplazo de los motores propulsados
a gasolina por otros impulsados con
combustible hidrógeno.
Staley espera que los vehículos
con motores a hidrógeno estén
en la calle para el año 2020
y cree que representarán el
40 por ciento de las ventas de Ford
para el año 2050.
Mientras tanto, Ford considera que
es la única compañía
estadounidense de automóviles
que está dedicada al desarrollo
de un motor interno de combustión
que funcione con hidrógeno.
La empresa BMW también desarrolla
motores de combustión que funcionen
a hidrógeno.
Ford espera también importantes
avances en aspectos relacionados con
la seguridad.
En la planta de producción
Livernois Vehicle Development, que
fabrica prototipos de automóviles
para Ford, un Lincoln Town Car está
equipado con una luz roja que advierte
al chofer acerca de la existencia
de algún objeto en los lugares
en que no puede ver.
El ingeniero Ron Miller, de Ford,
dice que los radares le avisarán
a los automovilistas si se mantienen
en sus carriles mientras las cámaras
vigilarán las carreteras y
clasificarán cada objeto que
encuentras a su paso por su tamaño
y velocidad.
Si algo anduviese mal, los cinturones
de seguridad se ajustarán y
las bolsas de aire determinarán
la posición y el peso del pasajero
para protegerlo de la mejor manera
posible.
Además, habrá sistemas
de navegación que eventualmente
podrán ayudar a los choferes
a esquivar el tránsito. La
tecnología inalámbrica
le permitirá al automovilista
ordenar con su voz el discado de un
número de teléfono o
la emisión de un tema musical
por los altavoces del coche.
"La sorpresa y el placer son
críticos si queremos vender
vehículos en el futuro",
dijo Miller. "Tenemos una buena
idea de hacia dónde vamos.
Sólo tenemos que competir para
llegar allí".
Los ingenieros pasan buena parte
de su tiempo estudiando nuevas tecnologías.
La carrocería luce igual,
pero está cubierta de pequeños
microcircuitos que constantemente
evalúan la presión atmosférica.
Los botones aún controlan las
radios, pero éstas serán
inalámbricas para que los conductores
las pongan donde les resulte más
cómodo.
Pero a diferencia de lo que pasaba
en la década de 1950, cuando
la gente se sentía más
optimista acerca del futuro, los compradores
buscan ahora familiaridad.
"No hay sed de adelantos futuristas
porque el futuro es ahora un lugar
que asusta un poquito", dijo
Mays. "La gente se aferra ahora
a lo que sabe que le resulta cómodo".
"Espero que eso cambie",
agregó.
12 de junio de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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