Por promoverlas,
un centro de extensión recibió
10.000 dólares. Las huertas
de 400 familias utilizan un sistema
biointensivo que permite cuadruplicar
el rendimiento. El Ciesa procura que
se arraiguen jóvenes pobladores
en el entorno rural provincial.
El Centro de Investigación
y Enseñanza de Agricultura
Sostenible (Ciesa) de Las Golondrinas
(Chubut) recibió el premio
Sard, un galardón internacional
que cada año se entrega a programas
de todos los países sobre agricultura
sustentable.
El reconocimiento
fue esta vez compartido por la entidad
argentina con una organización
no gubernamental de Brasil y otra
de Sudáfrica. La entrega de
premios ocurrió en el 14°
Congreso Orgánico Mundial de
la Federación Internacional
de Agricultura Orgánica, en
Victoria, Canadá.
El centro chubutense
nació en 1994, impulsado por
un ingeniero agrónomo, Fernando
Pía, quien trabajó durante
14 años para el servicio de
extensión rural.
Insatisfecho con
las posibilidades y el enfoque de
los servicios oficiales, Pía
comenzó a buscar otras opciones.
Basado en el método biointensivo
de cultivos de una organización
no gubernamental internacional llamada
Ecology Action, en el Ciesa desarrolló
su propio concepto, aplicable localmente
y adaptado al clima y la geografía
del lugar.
Además de
la producción de vegetales,
allí se realiza permacultura
y se aplican programas de investigación
en cultivos orgánicos, enseñanza
y pasantías.
Rendimientos
triplicados
Cerca de 400 huertas
biointensivas, con sus rendimientos
triplicados, proveen una mejor calidad
de vida a numerosas familias de los
valles chubutenses. El flujo de visitantes
asegura que el mensaje sea pasado
a muchas personas interesadas en las
posibilidades de mejorar la producción
y obtener, a la vez, alimentos de
inmejorable calidad.
El premio de 10.000
dólares, que por sexto año
consecutivo se entrega a iniciativas
que promuevan la agricultura sostenible
en todo el mundo, fue compartido en
su edición 2002 por el Ciesa.
En los fértiles
suelos del noroeste de Chubut, el
Ciesa realiza una intensa tarea de
promoción y desarrollo del
método biointensivo de cultivo
orgánico, un sistema que permite
obtener hasta cuatro veces los rendimientos
habituales de una huerta y posibilitar
así el arraigo de los pobladores
rurales y el éxito de quienes
buscan en la tierra una alternativa
de subsistencia.
El premio Sard,
compartido en esta edición
por el Ciesa con la Food Gardens Foundation,
de Sudáfrica, y el Centro de
Tecnologías Alternativas de
Zona da Mata, de Brasil, fue instituido
por el ingeniero agrónomo alemán
Friedrich Mumm von Mallinckrodt, con
el propósito de apoyar sistemas
agrícolas saludables que simultáneamente
incrementen la productividad de la
tierra y conserven el suelo sin químicos
industriales, una tendencia que gana
adeptos en todo el mundo y que es
ampliamente aplicada en los países
en vías de desarrollo.
En la entrega de
los premios, realizada en Canadá,
Mumm von Mallinckrodt destacó
que la agricultura orgánica
"es la única forma de
producir alimentos, en pequeña
y mayor escala, que podamos comer
sin temor a perjudicar la salud y
es el sistema que debería preferirse
para mantener una vida rural con una
visión a largo plazo".
Mallinckrodt trabajó
en granjas de Alemania y los Estados
Unidos siguiendo los principios agrícolas
convencionales, para luego unirse
a equipos de las Naciones Unidas,
por medio de la Organización
de las Naciones Unidas para la Agricultura
y la Alimentación (FAO) y el
Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD), en países
del tercer mundo.
Una experiencia
de 26 años le permitió
advertir "los fracasos causados
por los acercamientos completamente
tecnológicos" a la agricultura,
así como la ineficacia de los
proyectos de desarrollo que se pretendía
aplicar a contextos de escasos recursos
humanos, ecosistemas frágiles
y campesinos poco dispuestos a incorporar
tecnologías ajenas.
Los resultados,
según Mallinckrodt, son la
frustración y la desorientación
en la cultura de la granja; la enorme
dependencia del crédito; la
pérdida del conocimiento tradicional,
del respeto por las formas de vida,
por las plantas y por los animales;
el empobrecimiento de los sectores
rurales y su condena a la exclusión,
el conflicto social y la inseguridad.
En tanto, el ingeniero
Pía enfatizó el contexto
mundial en el que se enmarca la agricultura
orgánica, "las circunstancias
megacatastróficas en la agricultura
industrializada y la presión
del crecimiento económico en
el nivel de las granjas".
Incentivar los
estudios
La manipulación
genética de alimentos, plantas
y animales, que continúa preocupando
al consumidor; las enfermedades recurrentes,
como la aftosa y el "mal de la
vaca loca", que provocan la matanza
de ganado, y la creciente desconfianza
en los alimentos cultivados bajo una
lluvia de pesticidas han impulsado
a estos especialistas a incentivar
estudios e investigaciones en el campo
de la agricultura orgánica.
"Estoy convencido
más que nunca de que la agricultura
orgánica, en menor o mayor
escala, es la única forma de
producir alimentos que podamos ingerir
sin temor a perjudicar nuestra salud",
dijo Pía.
También es
un sistema que debería preferirse
para mantener una vida rural a largo
plazo. La dirección de e-mail
del centro es ciesa@red42.com.ar,
los teléfonos son (02944)-473005
y 471832.
28 de octubre de 2002
Fuente:
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