Los científicos
asumían erróneamente
que los niveles de metilcloroformo,
un disolvente industrial, se habían
reducido prácticamente a cero
en los últimos años.
MADRID. Un avión
Hércules C-130 dotado con instrumentación
científica ha proporcionado
a los investigadores una desagradable
sorpresa tras sobrevolar Alemania,
los Alpes y gran parte de Centroeuropa.
Los niveles de un compuesto utilizado
como disolvente industrial, prohibido
en el Protocolo de Montreal de 1987
por contribuir a la destrucción
de la capa de ozono, no ha descendido
hasta cantidades inapreciables como
se daba por supuesto en los últimos
años.
Por el contrario,
los autores de este estudio, liderado
por la Universidad de Utrecht, han
comprobado que desde suelo europeo
se registra todavía un flujo
constante a la atmósfera de
este compuesto llamado metilcloroformo
(MCF), según detallan en el
último número de "Nature".
¿Están
incumpliendo los países de
la Unión Europea el Protocolo
de Montreal? La respuesta es negativa,
según el profesor Maarten Krol,
líder de este grupo científico
de Holanda, Gran Bretaña y
Alemania. Las trazas apreciadas de
ese compuesto son relativamente bajas
si se comparan con las de hace diez
años y, afortunadamente, no
tendrían consecuencias relevantes
para el estado de salud de la capa
de ozono.
La hipótesis
barajada por estos investigadores,
tras realizar simulaciones sobre el
origen de esas emisiones, apuntan
a España y otros países
del sur de Europa, concretamente a
sus vertederos de residuos desde donde
lentamente el MCF se liberaría
a la atmósfera.
Vara de medir
El metilcloroformo
es un compuesto que fue utilizado
fundamentalmente para el tratamiento
de metales y para el lavado en seco
de prendas por la industria textil.
En virtud del Protocolo de Montreal,
donde se prohibieron los clorofluorocarbonados
y otros compuestos con cloro que producen
reacciones químicas dañinas
para el ozono estratosférico,
el uso del metilcloroformo en los
países desarrollados debía
cesar en 1996.
Desde entonces,
las estimaciones de los niveles de
MCF sobre Europa se basaban en mediciones
efectuadas en Irlanda y en los datos
proporcionados por el sector industrial
sobre la producción y utilización
de este disolvente. Según esos
cálculos, las emisiones se
habían reducido prácticamente
a cero.
Aunque no suponen
un problema para la capa de ozono,
los niveles de metilcloroformo detectados
sobre Europa arrojan otro tipo de
incertidumbre porque la presencia
en la atmósfera de este compuesto
se puede usar como "vara de medir"
las concentraciones de hidroxilos
(OH).
Para los científicos
es muy importante conocer la cantidad
existente de OH porque este compuesto
reactivo, que se forma cuando el aire
con vapor de agua y ozono se ve expuesto
a la radiación del Sol, desempeña
un papel crítico en la química
de la atmósfera eliminando
ciertos gases cuya abundancia es negativa,
como el metano o el dióxido
de carbono.
A partir de las
estimaciones del metilcloroformo se
pensaba que el OH se había
reducido desde 1990 y que había
menos sobre el hemisferio norte que
sobre el sur. De hecho, así
lo aseguraba un estudio muy debatido
publicado en 2001 por el científico
Ronald Prinn, del Instituto Tecnológico
de Massachusetts.
Por el contrario,
el trabajo difundido en "Nature"
apunta que las concentraciones de
OH se han mantenido casi constantes
durante la pasada década y
que en realidad son prácticamente
similares en ambos hemisferios del
planeta.
Si el equipo liderado
por Martin Krol tiene razón,
las conclusiones globales del estudio
no son negativas porque revelan que
la abundancia de este compuesto "purificador"
de la atmósfera es mayor de
la que se creía. Todas esas
incertidumbres sobre los niveles de
OH se derivan de que es un compuesto
químico de corta vida muy difícil
de medir, por lo que se acude a la
observación de sustancias con
las que reacciona, como el metilcloroformo.
13 de enero de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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