El ordenamiento
de los residuos urbanos como mero
discurso del gerenciamiento institucional.
Una mirada distinta sobre el proyecto
municipal.
A mediados del último año
el Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires ha lanzado un proyecto de ordenamiento
de los residuos urbanos; centrado
en la colaboración entre cartoneros
y vecinos, y con la intención
de cambiar los hábitos hogareños
de estos últimos; instituyendo
la selección de residuos y
el uso de bolsas específicas
para cartones y papeles. No obstante,
el proyecto quedó varado en
su propio meollo de contradicciones.
Contradicciones o desidias que se
dejan visualizar en lo que finalmente
ha sido su concreción.
En primera instancia no existe la
tal -bolsa verde- , todas son blancas,
por lo cual la intención, que
manifestaban los spots televisivos
del Gobierno de la Ciudad, vale decir:
ayudar a los recolectores de cartón
y papeles seleccionando los residuos
que les son útiles y colocándolos
en la bolsa verde.¿Y sin embargo
qué ocurre en realidad, de
este lado de la pantalla?
Ocurre que no han fabricado las bolsas
verdes con ese color, simplemente.
Las veredas están como siempre
y sigue siendo necesario para los
recolectores la apertura de todas
las bolsas, objetivo que junto con
el de la solidaridad, proclamaban
las campañas de televisión
y radio como puntos de llegada de
este cambio.
No se nos pasa de largo lo que este
tipo de acciones representan, se trata
del gerenciamiento por discurso, el
estilo cumbre de la época de
los mas-media. Gerenciamiento que
es una Política cuyo corazón
se llamaría a sí mismo:
esquizocracia; y subestimación
de la raza baja que vive por fuera
de la política y sus negociados,
de la raza baja que vive en la ciudad,
que vota.
Use la bolsa verde
Todo el ingenio que pudo conseguirse
con nuestro dinero se manifiesta en
este bien llamado papelón de
las gestiones actuales de gobierno
(sea el caso de la bolsa, sea el de
los planes alimentarios).
En el otro extremo del análisis,
la tensión que surge de está
insanía de las dirigencias,
es un horizonte de nombres e irrealidades
que se vuelven cada vez menos durables.
El fin de estas políticas
es, también, el fin de unas
retóricas, y finalmente, la
suspensión de la comunicación
y el acrecentamiento de las pretensiones
de hacer inducir, en quien especta
el mensaje, librado a su sola fantasía.
Dado que apartados de toda referencialidad,
hablan, acarrean con esto los derrumbes
institucionales a los que estamos
asistiendo.
7 de diciembre de
2002
Fuente:
PÁGINAS
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