Los rosarinos
mostraron poco interés. También
dicen que hubo mala distribución
y que no se distinguen de las otras.
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La
promocionada bolsa verde
no aparece en la basura. |
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A dos meses de implementada, la campaña
destinada a separar los residuos inorgánicos,
como vidrio, cartón y metal,
parece haber fracasado. "Jamás
uso la bolsa verde -se despachó
la clienta de un supermercado céntrico-,
¡que la usen en el Honorable
Concejo Deliberante!". La frase
fue la más áspera relevada
en una recorrida por distintos barrios
rosarinos, pero aun quienes admitieron
no estar frontalmente contra el programa
Separe también expresaron reparos
y un generalizado desinterés.
"A veces la uso, a veces no,
según cómo esté
de apurada o lo que tenga a mano",
se sinceró otra clienta. Del
lado de los cirujas este rechazo a
separar la basura también se
advierte. "No pasa nada",
resumió un cartonero mientras
hacía su trabajo habitual:
revolver los desechos domiciliarios
en busca de materiales reciclables
para vender en los corralones.
Si el desinterés aparece como
una de las causas fundamentales del
fracaso, también se escucharon
críticas por la escasa diferenciación
de las llamadas bolsas verdes que
reparten los supermercados y por la
deficiente distribución de
las que entrega la Municipalidad.
En el primer caso, se trata de bolsas
con inscripciones verdes, que se identifican
con dificultad de las que suele usar
cada uno de los súper integrados
a la campaña (La Gallega, Coto,
La Reina, Cadena dar, Don Beef, Lorena,
Micropack, Azul, Libertad y Saturno).
En el segundo caso, son más
distinguibles, pero la gente afirma
que la distribución por parte
de la Municipalidad fuera de los límites
del centro ha sido más que
insuficiente.
Los testimonios
La recorrida realizada se inició
en el centro para verificar los montículos
de basura que esperaban la llegada
del camión recolector. Pero
también habló la gente,
incluidos los empleados de las empresas
recolectoras de residuos, los cartoneros
y los trabajadores de supermercados.
El periplo se inició en los
contenedores de Sarmiento y Córdoba,
donde no se veía ninguna bolsa
especial. La basura estaba desparramada,
con una mezcla de cáscaras
de fruta, botellas plásticas
y otros envases. Un barrendero de
la firma Cliba que suele hacer su
trabajo a la largo de la peatonal
fue más que elocuente. "Nunca
vi esa bolsa, no la conozco",
dijo Luis sin medias tintas. También
admitió no saber quién
las entrega.
En distintos supermercados, los clientes
dieron su opinión. La mayoría
dijo usarlas cada tanto y reconoció
no verlas en la vereda muy seguido.
Paradójicamente, un cajero
de la sucursal de los supermercados
Coto de 3 de Febrero y Presidente
Roca indicó que "por cada
tres comunes se entrega una bolsa
verde". En esa sintonía,
añadió que "la
mayoría de la gente las pide".
No obstante, este diario no pudo
comprobar su uso extendido. Un ama
de casa que estaba pagando sus compras
se sinceró en cuanto al uso
que da a las bolsas verdes. "A
veces sí, a veces no, según
cómo esté apurada o
lo que tenga a mano".
De este modo, la mujer admitió
que la implementa siempre y cuando
se le entreguen, pero no se preocupa
por solicitarlas. El dato fue apoyado
por uno de los jóvenes que
arma los envíos a domicilio
en ese súper, quien consideró
que "definitivamente los clientes
no se interesan".
En rigor, los rosarinos admiten no
estar involucrados con el tema. Silvana
es cordobesa y hace seis meses que
vive en Rosario. "El reciclaje
recién empezó y no está
difundido como en mi provincia",
dijo. Además, reconoció
que allá lo hacía y
aquí no. Es más, argumentó
que "el método en Rosario
es confuso, en cambio en Córdoba
las bolsas son totalmente verdes y
se distinguen mucho más".
En los barrios, poco y nada
En los barrios se suman distintos
factores. En una calle de Echesortu,
por ejemplo, los vecinos intentan
sacar los desechos a la calle casi
al mismo tiempo en que pasa el camión
recolector para evitar que los cirujas
revuelvan los envases y ensucien.
Además, nadie separa los residuos.
En Crespo al 1400 un ciruja explicó
su padecimiento. "No pasa nada",
dijo Romero, a la vez que comentó
que vive de la venta de plástico
y papel, por los que le pagan 18 y
25 centavos el kilo.
En el barrio San Francisquito, dos
jóvenes amigas accedieron a
hablar con este diario. Pero la charla
fue corta: en sus casas, las madres
jamás llevaron una bolsa verde.
La Municipalidad tampoco la repartió
y en la zona "no la tiene nadie".
Las imágenes de hombres y
mujeres rebuscando alimento o material
de reventa entre la basura ya es una
postal de la que nadie se asombra.
Según cálculos de la
propia Municipalidad, cerca de un
millar de personas recorre la zona
céntrica y revuelve los desperdicios
en busca de materiales reciclables.
Esta modalidad se extendió
en los barrios hasta convertirse en
el único modo de subsistencia
de muchas familias de la ciudad. Por
eso, era lógico pensar que
la actitud que adoptara la gente sería
clave para el éxito o el fracaso
del proyecto.
13 de enero de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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