Las funciones esenciales
de la célula viva son la nutrición,
la circulación, la excreción,
la reproducción y la relación
con el medio.
Por la nutrición
celular se incorporan alimentos que
la célula transformará
en su interior, para convertirlos
en compuestos ricos en energía
que serán utilizados posteriormente.
La modalidad de alimentación
asume formas variables. Los seres
unicelulares, por ejemplo, se valen
de unas prolongaciones transitorias
de su citoplasma, llamadas seudópodos.
Estos seres, y ciertas células
del organismo, se nutren por medio
de un proceso conocido como fagocitosis,
típicos de las amebas y de
los glóbulos blancos de la
sangre; el alimento puede ser incorporado
en cualquier punto de la superficie
protoplasmática. Los protistas
ciliados, en cambio, se nutren a través
de puntos concretos.
Las moléculas
de agua, oxígeno, glucosa,
sales y ácidos pueden pasar
a través de la membrana celular.
Con las de almidón, grasas
y proteínas no ocurre lo mismo,
por ser demasiados grandes; son desintegradas
por enzimas digestivas, en un proceso
llamado digestión extracelular.
Una vez incorporadas,
las sustancias sufren en el citoplasma
transformaciones químicas necesarias
para la vida de la célula.
La sucesión de estos cambios
recibe el nombre de metabolismo. Para
que haya metabolización es
necesaria la respiración, por
medio de la cual las moléculas
de los nutrientes se descomponen en
glucosa, la principal fuente de energía
para la célula.
Hay dos clases de
respiración: la anaeróbica,
que no requiere oxígeno y se
efectúa fuera de las mitocondrias
-organismos citoplasmáticos
productores de energía- , y
la aeróbica, en la que sí
intervienen esos orgánulos.
Algunas bacterias, levaduras y hongos
tienen respiración anaeróbica,
pero la mayor parte de los seres unicelulares
respira en forma aeróbica.
Mediante la respiración, la
célula extrae energía
de las moléculas orgánica
que la alimentan y libera dióxido
de carbono. En las plantas, la clorofila
es fundamental para la nutrición,
ya que capta la energía lumínica
y la metaboliza en energía
química liberadora de oxígeno.
La circulación
consiste en la distribución
del alimento y el oxígeno por
medio de movimientos del citoplasma.
Las vacuolas alimentarias son como
burbujas que encierran los alimentos
y se desplazan por el citoplasma.
Los lisosomas producen enzimas que
favorecen la disolución de
las sustancias nutrientes; éstas
pasan al citoplasma a través
de la membrana vacuolar.
Mediante la excreción
la célula expulsa las sustancias
que no necesita. Esto se puede producir
de dos maneras distintas: los desechos
pueden pasar directamente a través
de la membrana celular, o la célula
puede encerrar el desecho en una vacuola,
pequeña cápsula, que
se forma en el citoplasma y que, por
estar compuesta de la misma sustancia
que la membrana, es atraída
por ésta. Al unirse a la membrana
desecha el residuo hacia el exterior
de la célula.
La célula
también cumple funciones de
relación con el medio que la
rodea. Las más importantes
son la irritabilidad y el movimiento.
La primera es la capacidad de reaccionar
a estímulos como las variaciones
lumínicas, de temperatura,
de humedad, de acidez o eléctricas.
La célula responde a estos
estímulos con movimientos de
deformación, como la aparición
de flagelos, y de traslación,
como la vibración o la contracción.
Las células
se reproducen por división
de dos maneras distintas: por mitosis
o por meiosis. En los individuos pluricelulares,
las células se dividen en somáticas
y germinales. Las primeras forman
parte de todos los tejidos, y las
segundas se especializan en formar
los gametos o células sexuales.
Las células
somáticas se dividen para formar
nuevas células; eso permite
el crecimiento de los tejidos y el
reemplazo de las células muertas.
Esta división se llama mitosis;
dura entre veinte minutos y dos horas
y se compone de cuatro etapas: profase,
metafase, anafase y telofase. En el
núcleo de la célula,
los cromosomas -fibrillas que contienen
la información que será
transmitida de una generación
a otra en partículas llamadas
genes- se curvan. Enseguida el núcleo
se divide en dos, y cada uno de los
núcleos resultantes encierra
una mitad de todos los cromosomas.
A continuación, ambos núcleos
se separan; al dividirse el citoplasma
quedan formadas dos células
idénticas a la originaria,
con núcleo, protoplasma y membrana
celular.
Las células
germinales, en cambio, se dividen
por un mecanismo llamado meiosis.
Los cromosomas del núcleo se
duplican y forman pares. La célula
se divide en dos, y en este caso ambas
son ligeramente distintas porque los
pares de cromosomas se disponen al
azar en un núcleo o en el otro.
Estas dos células vuelven a
dividirse, sin que haya nueva duplicación
de cromosomas. Quedan constituidas
cuatro medias células, con
la mitad del número normal
de cromosomas. Las medias células
de este tipo son los gametos, que
si son femeninos se llaman óvulos
y si son masculinos espermatozoides.
Al unirse un óvulo con un espermatozoide,
cada media célula aporta sus
cromosomas; nace así la célula
huevo, que dará origen a un
nuevo individuo, con la cantidad de
cromosomas normal para la especie.
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Mitosis:
Las células somáticas
se dividen duplicando los
cromosomas. De este proceso
resultan dos células
idénticas a la primera. |
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Meiosis:
En la división de
células sexuales
se obtienen cuatro células
llamadas gametos -óvulos
y espermatozoides- con la
mitad de los cromosomas.
Al unirse las células
sexuales de dos individuos
el número de cromosomas
se completa. |
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Los tejidos
Un tejido es una
agrupación de numerosas células,
que se unen entre sí según
las distintas especializaciones que
los organismos pluricelulares requieren.
A veces, células no especializadas
se transforman y asumen la forma necesaria
para reparar un tejido vecino.
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El
ADN es una macromolécula
con estructura de doble
cadena helicoidal. Cada
cadena está constituida
por una secuencia de nucleótidos
(molécula formada
por una azúcar, un
grupo que contiene fósforo
y una base nitrogenada -adenina,
timina, citosina y guanina-).
Es el responsable de controlar
el desarrollo celular, dirigir
su división y transmitir
la información genética.
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En los organismos
pluri-celulares, las características
específicas de cada célula
están determinadas por las
proteínas que elabora. Las
células de la piel, por ejemplo,
son ricas en queratina, sustancia
de protec-ción. Las musculares
contienen miosina, que permite la
contrac-ción y el relajamiento
de las fibras. Las proteínas
de las neuronas -células del
sistema nervioso- participan en la
transmisión de impulsos eléctricos,
a través de sustancias químicas
llamadas neurotransmisores.
En los vegetales,
la primera diferenciación celular
se observa en las algas, que presentan
células de nutrición,
de crecimiento y de reproducción.
En las plantas con flores, los tejidos
aparecen ya bien diferenciados. Entre
las numerosas clases de tejidos vegetales,
el embrionario permite el crecimiento
de yemas, tallos y raíces;
el epidérmico recubre la planta,
e impide la evaporación del
agua; el glandular produce secreciones
de distinto tipo, que se reconocen
por el olor particular que dan a la
planta. El tejido más abundante
en los vegetales es el parénquima.
En sus células se llevan a
cabo la mayoría de las reacciones
químicas para el metabolismo.
Entre el parénquima del tallo
circulan, a través de vasos,
agua, nutrientes y aire; la fotosíntesis
se produce, sobre todo, en el parénquima
de las hojas. Hay, además,
tejidos especializados para formar
vasos conductores de savia, como el
xilema y el floema, y para el sostén
y la flexibilidad, como el esclerénquima
y el colénquima.
En el reino animal,
los tejidos también se diferencian
según la complejidad de sus
funciones. Las células musculares
o fibras tienen capacidad de contraerse
y hacen que el animal se mueva. Hay
fibras de funcionamiento involuntario,
por ejemplo en las vísceras,
y voluntario, en los músculos
de desplazamiento. Las neuronas que
componen el tejido nervioso permiten
que el organismo animal actúe
en reacción a lo que ocurre
fuera de sí mismo, y accione
aquellas partes de su cuerpo sobre
las que tiene control voluntario.
Las neuronas más perfeccionadas
que se conocen son las del cerebro
humano.
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En
los tejidos numerosas células
se agrupan según
las distintas funciones
para las cuales están
especia-lizadas. |
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La sangre, tejido
especializado en el transporte de
nutrientes y desechos, está
formada por una sustancia líquida
(el plasma) y corpúsculos celulares
(glóbulos rojos y blancos y
plaquetas). El tejido óseo
es el que forma los huesos. En los
vertebrados, la estructura ósea
da sostén al cuerpo y protege
los órganos internos. El tejido
cartilaginoso es elástico;
con él se forman las articulaciones
-uniones entre dos huesos- , que facilitan
el movimiento. La piel está
recubierta por tejido epitelial, que
también se encuentra en las
paredes de órganos y cavidades.
Al no tener sustancia intercelular,
este tejido resiste tracciones y roces
perma-nentes. El tejido adiposo consiste
en grasa, que sirve al cuerpo como
amortiguador y lo protege contra el
frío.
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