Por las venas
azules del planeta se dispersan
enfermedades y tóxicos
sin hacer distinciones entre
el campo y la ciudad. Las terribles
manchas de petróleo navegan
miles de kilómetros.
(Como el caso reciente de las
costas gallegas o los daños
permanentes producidos en Magdalena,
a pocos kilómetros de
La Plata, que han dejado al
lugar inutilizado por un tiempo
que aún no puede predecirse).
Los plásticos tóxicos
se mezclan con los peces que
habitan en los magníficos
corales de los trópicos
y, en un sin fin de pequeños
hechos encadenados, alteraciones
ambientales de todo tipo tienen
como escenario al preciado recurso
natural que conocemos como agua.
Las añoradas
aguas del Río de la Plata
y sus playas, por ejemplo, tiene
un DBO 2 (la contaminación
de las aguas se mide en DBO,
una unidad que permite medir
la demanda de bioquímica
de oxígeno, para demostrar
la pureza del agua), que es
una medida de contaminación
muy alta para las actividades
recreativas. El Riachuelo, por
su parte, declara un DBO de
800 a 900. Estas aguas marchan
inexorablemente -día
a día-, hacia el Río
de la Plata y de allí
hacia el Océano Atlántico,
luego de haber pasado por la
zona donde se encuentran las
bocas, desde donde se toma el
agua para potabilizar y con
ella abastecer a los habitantes
de la Capital Federal.
Se cree que
el 70 por ciento de la contaminación
del agua proviene de la actividad
terrestre. El 20 por ciento
correspondería a distintas
actividades marinas de buques.
Según datos de la Prefectura
Naval Argentina, el tripulante
de un buque mercante, produce
3,9 kg. de basura doméstica
por día. Un buque produce
290 toneladas de basura por
año, mientras que la
flota mundial, produciría
una descarga de 6 millones de
toneladas. Otra parte de la
ecuación es que: algo
así como 2 millones de
aves marinas mueren al año
como consecuencia de la ingestión
de esa basura y, además,
unos 100 mil mamíferos
corren esa misma suerte y por
las mismas causas.
La contaminación
y el petróleo
Los accidentes
causan algo así como
el uno por ciento de la contaminación.
El petróleo, por ejemplo,
es muy contaminante y una de
las clásicas manchas
en el agua llama mucho la atención
de la gente. Pero mas graves
son los accidentes debidos a
productos químicos que
no manchan, que son incoloros,
altamente tóxicos y bioacumulables.
Generalmente, estos contaminantes,
invadieron los mares a partir
de la década del '70,
dado que se pensaba que todo
lo tóxico debía
arrojarse lo mas lejos posible
y por supuesto el mar era el
escenario ideal. Así
es como han quedado, en las
llamadas fosas marinas, en las
Islas Marianas, una inmensa
cantidad de tambores conteniendo
terribles y peligrosos venenos
químicos de todo tipo.
Datos para
agendar: Erosión hídrica
en la Argentina
(Superficie
deteriorada del país
en % sobre el total de cada
provincia) |
|
|
|
Buenos
Aires: |
16%
|
Córdoba:
|
7%
|
Corrientes |
8%
|
Chaco |
21%
|
Chubut |
6%
|
Entre
Ríos |
15%
|
Formosa |
40%
|
Jujuy |
11%
|
La Rioja |
37%
|
MIsiones |
9%
|
San Juan |
30%
|
San Luis |
15%
|
Santa
Cruz |
4%
|
Santa
Fe |
9%
|
|
|
Fte:Ins.Ing.Sanitaria
de la UBA. |
El dato
curioso: El agua en el universo
La Tierra,
por su atmósfera y su
agua, es una excepción
en el sistema solar. El agua
es un elemento casi natural
en el universo. Su abundancia,
sin embargo, es relativa. Así
lo prueban los datos aportados
por diversas investigaciones
satelitales, que demuestran
que el agua está por
todas partes, tanto en nuestro
sistema solar como en otros,
y sobre todo, en las incontables
nubes de gas interestelares
del espacio infinito. Retrocedamos
-imaginariamente-, algo más
de 4.500 millones de años,
a una de esas nubes gigantescas
que se pone a dar vueltas, se
aplastan en un disco que se
concentra para dar origen a
una estrella. Una estrella como
nuestro Sol. Pronto veremos
que una vez que este sol ha
nacido, en torno a él
se aglomeran los planetas, atraídos
por esta enorme masa de gas
y polvo. Nueve planetas ven
la luz. Dejemos a Plutón,
el desconocido. Júpiter,
Saturno, Urano y Neptuno, los
cuatro gigantes llamados gaseosos,
contienen mucho hielo en su
núcleo y agua -gaseosa
y líquida-, en su atmósfera.
Por el contrario, los cuatro
planetas más cercanos
al Sol están, en un principio,
prácticamente desprovistos
de agua. Pero esto no le impedirá
aparecer rápidamente.
Los primeros
500 millones de años
de vida de los planetas telúricos
-Mercurio, Venus, Tierra y Marte-,
son de los más tumultuosos.
Una intensa actividad interna
tiene lugar en ellos. Los investigadores
actuales han llegado a concluir
que literalmente 'el suelo hierve
continuamente'. Estas especies
de enormes marmitas esféricas,
en cuyo corazón se concentran
los elementos más pesados,
como el hierro y el níquel,
experimentan una pérdida
de gas monstruosa y reacciones
químicas que implican
hidrógeno y compuestos
que contienen oxígeno.
Bajo la forma de vapor, aparece
H2O, o sea agua. Y por otra
parte, los meteoritos y otras
bolas de hielo llamadas cometas,
que en aquella época
no cesaban de bombardear a los
jóvenes planetas, también
aprovisionaban a estos últimos
de agua.
A partir de
este momento las coincidencias
comunes se detienen y cada planeta
escribe su propia crónica.
En Mercurio, el más cercano
al Sol, con una temperatura
superior a los 400 grados centígrados,
el vapor de agua sube a las
capas altas de la atmósfera,
donde los rayos ultravioleta
solares lo disocian en oxígeno
e hidrógeno. Éste,
muy ligero, se escapa al medio
interplanetario. Sólo
algunos hielos escondidos en
cráteres no expuestos
al Sol, cerca de los polos,
demuestran que hubo un día
en que había agua en
el pequeño Mercurio.
Un hermano
casi gemelo
A unos 108
millones de kilómetros
del Sol -comparado con 150 millones
para la Tierra- evoluciona Venus,
un planeta apenas más
pequeño que el nuestro.
Sin embargo, este hermano casi
gemelo es un verdadero infierno
árido. Hoy día
la temperatura alcanza allí
los 460 grados centígrados,
mientras que en el pasado se
acercaba a los 30 grados centígrados.
¿Qué ha pasado,
pues, para que Venus y la Tierra
evolucionen de forma tan diferente?
Cuando nuestro planeta empezó
a enfriarse el vapor de agua
contenido en su atmósfera
se condensó. Si alguna
vez hubo un diluvio, data de
esta época. Trombas de
agua mezclada con ácido
sulfúrico cayeron sobre
la Tierra. El calcio contenido
en las rocas de la corteza primitiva
se disolvió en este baño
ácido y reaccionó
con el gas carbónico
de la atmósfera, atrapando
a este último bajo forma
de caliza que iba a acumularse
en el fondo de los océanos
en formación. La atmósfera
quedó así purificada
de su monóxido de carbono
(CO2).
Venus, más
próximo al Sol, no tuvo
esta suerte. Al ser su temperatura
ligeramente superior a la de
la Tierra, la reacción
en cascada no pudo producirse.
Por el contrario, el CO2 ganó
la batalla, creando un potente
efecto invernadero. La temperatura
empezó a subir provocando
la pérdida del gas de
las sustancias volátiles
contenidas en las rocas de la
superficie y, al mismo tiempo,
aumentando la opacidad del planeta.
Como un círculo vicioso,
el efecto invernadero se alimentó
de sí mismo, y la temperatura
no dejó de aumentar.
Al igual que sucedió
en Mercurio, la fotodisociación
acabó por realizar su
obra y destruyó las moléculas
de agua.
Esta explicación,
formulada desde hace tiempo
por los científicos de
todo el mundo, muestran la buena
suerte de nuestro planeta, tan
próximo al Sol como para
disponer de agua líquida
en su superficie, pero lo suficientemente
alejado para escapar a la suerte
que corrió Venus.
Los océanos
subterráneos de Europa
Nuestra Luna,
con sus presuntos 6.000 millones
de toneladas de hielo repartidos
entre sus dos polos, no es el
único satélite
rico en agua del sistema solar.
Los astrofísicos se interesan
ahora por Europa, una de las
16 lunas de Júpiter,
que se supone posee un océano
de agua líquida bajo
una espesa capa de hielo. Recientes
fotografías de su superficie,
muestran un mosaico de placas
blancas separadas por fracturas.
La forma en que estas placas
de hielo se desplazan, les permiten
pensar a los investigadores,
que esto sólo se puede
producir sobre un medio líquido.
Se cree que este presunto océano,
se mantiene en estado líquido
gracias a la energía
liberada por las fuerzas de
marea que la enorme masa que
Júpiter hace soportar
a su satélite.
Al pensar
que las condiciones necesarias
para la aparición de
vida pueden darse en Europa,
la NASA ha pensado enviar allí,
de aquí al 2010, dos
sondas. La primera localizaría
las bolsas de agua líquida
más cercanas a la superficie
y la segunda se posaría
sobre una de las zonas así
seleccionadas antes de hacer
que se funda.
23 de diciembre
de 2002
Fuente:
PÁGINAS
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