La ballena
argentina sale de una para caer
en otra: el cetáceo,
de siete toneladas, que había
zafado de su varadura frente
a San Isidro, volvió
a encallar cerca de Martín
García y hasta anoche
los esfuerzos de los especialistas
por liberarla resultaban inútiles
por la escasa profundidad del
agua en el lugar. El próximo
intento se prevé para
este mediodía. El cetáceo,
de la especie Minke, entró
con toda inocencia en el Río
de la Plata con motivo de una
crecida, a principios de semana,
y quedó encerrado en
una especie de corralito donde
experimenta sucesivas varaduras;
los expertos esperan que suba
la marea, pero sin muchas esperanzas.
La ballena
fue vista por primera vez el
martes a la tarde, a la altura
del kilómetro 50 del
Paraná de las Palmas.
Pertenece a la especie Minke,
la más numerosa en el
mundo; su lomo es gris, y miden
entre siete y diez metros. Esta
llega a los ocho metros y es
un ejemplar en su primera juventud.
Ese día, el cetáceo
llegó a encallar en los
Bajos del Temor, zona de bancos,
pero la marea le permitió
liberarse por sí misma.
Barcos de la Prefectura Naval
la custodiaron hacia la desembocadura
pero, a la altura de San Isidro,
se sumergió, perdiéndose
de vista. Ayer reapareció,
varada, en la desierta isla
Solís, al sudoeste de
la isla Martín García.
El
problema es que no hay agua,
se desesperó ayer el
prefecto mayor Eduardo Olmedo,
jefe de Prefectura Naval Argentina
Zona Delta. Anoche, en plena
bajamar, la profundidad no superaba
los 50 centímetros. El
cuerpo de la ballena mide un
metro de diámetro, de
modo que los hombres del equipo
interviniente se turnaban para
hidratarle el lomo.
La Secretaría
de Política Ambiental
de la Provincia de Buenos Aires
había encargado la solución
a técnicos del Acuario
del Zoo de la Ciudad de Buenos
Aires, encabezados por Daniel
Seeri. Este especialista explicó
ayer que, sin duda, la ballena
había entrado en el Río
de La Plata durante una
creciente extraordinaria que
se dio a principios de esta
semana por el viento del sudeste.
Pero, prosiguió Seeri,
el Servicio Meteorológico
no prevé que esas condiciones
se repitan en los próximos
días, y todo parece indicar
que, para que la ballena salga,
va a haber que ayudarla.
Las dos técnicas
posibles serían levantarla
con una grúa y arrastrarla
mediante un aparejo. Anoche
la primera estaba prácticamente
descartada y, para la segunda,
se esperaba una pleamar que
permitiera la aproximación
de, aunque más no fuera,
naves de escaso calado. Hasta
anoche, los barcos y gomones
no habían logrado acercarse
a menos de 150 metros del sitio
de la varadura, y para la siguiente
pleamar a las 2 de la
madrugada de hoy- no se preveían
más de 60 centímetros
de profundidad en el lugar.
Las esperanzas a corto plazo
eran dudosas y se cifraban en
la pleamar del mediodía
de hoy.
De todos
modos, las ballenas Minke pueden
soportar muchos días
sin comer. Se alimentan de plancton
y pequeños peces que
atrapan al filtrar el agua entre
sus barbas; carecen de dientes.
Responden a un ciclo anual que,
en verano, las lleva hasta el
Mar Antártico, donde
se alimentan de krill, masa
de pequeños crustáceos.
Cuando empieza el frío
emigran hacia Brasil y desde
allí bajan hacia la Península
de Valdés, donde se reúnen
en setiembre para reproducirse.
En esta última travesía,
nuestra ballena cometió
el error de entrar en aguas
rioplatenses, tal vez
porque una tormenta eléctrica
afectó su sistema de
sonar, que utiliza cristales
de magnetita situados en su
cerebro, sostuvo uno de
los expertos.
3 de agosto
de 2002
Fuente:
PÁGINAS
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