El secretario
de Servicios Públicos ofreció
ayer un plan de reducción progresiva
del volumen de residuos que van al
relleno sanitario. Pero los vecinos
desconfían de toda promesa
y preparan nuevas protestas.
Llegó el 15 de enero y se
vencieron los plazos y las promesas
que el gobierno municipal había
hecho en relación a la clausura
del relleno sanitario donde se depositan
los residuos de la ciudad. Tras haber
apelado la prórroga que un
juez otorgó para que el Gallego
III siga receptando basura durante
los próximos 120 días,
los vecinos de la zona anunciaron
que reanudarán la pelea por
el cierre definitivo del lugar.
Anoche el secretario de Servicios
Públicos, Miguel Lifschitz,
fue al barrio a aplacar los ánimos
y ofreció reducir progresivamente
a lo largo de los próximos
cuatro meses la cantidad de basura
a depositar en el Gallego III, lo
cual reduciría el tránsito
de camiones. Lo que no trascendió
es en qué lugar va a disponer
Servicios Públicos la basura
que deje de enterrar en Puente Gallego.
Una vecina de Puente Gallego dijo
ayer: Hemos confiado en las
promesas de la Municipalidad que durante
un año nos calló la
boca y al final no cumplió.
Por eso nos estamos organizando de
nuevo.
De algún modo esa es la sensación
que atraviesa a la mayoría
de los vecinos de Puente Gallego que
vieron llegar el 15 de enero de 2003
y sin embargo el relleno sanitario
seguirá abierto, al menos por
120 días más.
Hace poco más de un año,
el entonces flamante secretario de
Servicios Públicos, Miguel
Lifschitz, consiguió desactivar
el virulento conflicto con los vecinos.
El desastre económico en el
que se sumergió el país
a partir de diciembre de 2001 dio
por tierra con las esperanzas del
gobierno socialista de poder concretar
el proyecto de disposición
final de residuos para todo el área
metropolitana, el cual iba a ser financiado
por el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID). De ahí que Lifschitz
cambió el libreto y convenció
a los vecinos para que firmen un acuerdo
por el cual ellos cesaban en sus reclamos
y la Municipalidad se comprometía
a desactivar el Gallego III un día
como hoy de este mismo año.
No puede decirse que el gobierno
no hizo nada, pero lo cierto es que
a último momento debió
acudir a la Justicia para obtener
una prórroga de 120 días.
Para cuando venza ese nuevo plazo
Lifschitz promete tener habilitado
un nuevo relleno sanitario en Alvear,
localidad con la que negoció
los términos económicos
y ambientales propios de un acuerdo
bilateral.
Según se dice oficialmente,
lo único que falta para abrir
el nuevo relleno es que la Municipalidad
de Rosario concrete el estudio de
impacto de ambiental (¿alguna
vez un estudio de este tipo dio negativo?)
en el terreno donde luego comenzarán
las obras.
Lifschitz, quien debe haber tenido
como vocación malograda ser
bombero, concurrió anoche en
persona al barrio y conversó
con algunos vecinos. Les expuso el
plan de trabajo para los cuatro meses
próximos durante los cuales
tiene pensado ir reduciendo progresivamente
la cantidad de residuos a enterrar
en el Gallego III.
Esa idea se hará hoy extensiva
al resto de los vecinos a la vez que
se seguirá conversando con
los funcionarios municipales. Lo que
no trascendió fue a dónde
llevará la basura Servicios
Públicos que no deposite en
el Gallego III.
Actualmente toda la basura de Rosario
va a parar al barrio que alguna vez
supo ser un vergel bañado por
las cristalinas aguas del arroyo Saladillo,
al que en los años 50 miles
de rosarinos concurrían para
bañarse y acampar.
15 de enero de 2002
Fuente:
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