Los pueblos del sur
boliviano se han puesto en pie de combate
para detener la contaminación
del río Pilcomayo, seriamente
afectado por el vertido de desechos
y fluidos tóxicos mineros.
Alarmados por esta creciente y grave
amenaza, que ha puesto en jaque el
medioambiente, la economía
y salud de la población, los
representantes de los comités
cívicos de Chuquisaca, Tarija
y Potosí demandaron que el
gobierno nacional adopte medidas inmediatas
para controlar, primero, y reducir,
después, la contaminación
del Pilcomayo, río que atraviesa
todo el sur boliviano y desemboca
en Argentina y Paraguay.
Esta renovada conciencia ambiental
ha dado en el sur, además,
otro gigantesco paso, cuando el Consejo
Departamental de Chuquisaca declaró
este jueves a la cuenca del Pilcomayo
como "zona de emergencia hídrica"
y encomendó al prefecto, la
máxima autoridad ejecutiva
departamental, que asuma acciones
inmediatas para evitar la muerte del
Pilcomayo.
Desde ya, la decisión cívica
de combatir la contaminación
ha llenado de alborozo a los ambientalistas.
"Se ha logrado uno de los dos
primeros objetivos fijados por el
Comité de Lucha contra la Contaminación
del río Pilcomayo, creado en
el ampliado de Sotomayor del 1 de
agosto, por las comunidades potosinas
y chuquisaqueñas, la Federación
Sindical de Campesinos de Chuquisaca
y la Asociación Sucrense de
Ecología", dijo desde
Sucre Alain Schollaert, uno de los
impulsores de esta campaña
en pro del medio ambiente.
Con esta declaratoria, que inicialmente
había sido promovida por la
Liga de Defensa del Medio Ambiente
(LIDEMA), se aguarda que la lucha
contra contaminación del Pilcomayo
sea efectiva y pase de las declaraciones
al campo de los hechos, donde se juegan
muchos intereses económicos.
Según LIDEMA, las industrias
mineras que operan en la zona ocasionan
al Pilcomayo y a la cuenca que lo
circunda un daño estimado en
62 millones de dólares al año.
A la fecha, estudios especializados
han confirmado la existencia de secuelas
dañinas en la pesca, contaminación
de aguas, daños en la fertilidad
de los suelos, malformaciones y enfermedades
en el ganado, además de impactos
severos en la salud y calidad de vida
de la población asentada a
lo largo de su curso.
"Esperamos también que
este reconocimiento de la extrema
gravedad de la contaminación
minera del río Pilcomayo y
de varios de sus afluentes permita
avanzar hacia el segundo objetivo
fijado por el Comité: conseguir
el cese del vertido criminal de venenos
como arsénico, cadmio, plomo,
antimonio y otros, por parte de ingenios
mineros establecidos en esta cuenca",
agrega Schollaert, un ambientalista
que sabe que se ha dado un gran paso
en la defensa del Pilcomayo, pero
que aún resta mucho trecho
por andar.
23 de agosto de 2003
Fuente:
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