Las barras de cuarzo
gigante apenas brillan entre el sol
de la media mañana y la luna
que todavía no se fue. Entre
sus vetas negras y blancas que se formaron
hace más de 150 millones de años
se esconde el oro que divide a los habitantes
de Esquel.
El que bautizó a esta especie
de tótem como Galadriel quizá
nunca se imaginó que estas
piedras a 1.800 metros de altura en
la precordillera algún tiempo
después iban a ejercer hechizos
tan poderosos como para atraer a una
empresa minera canadiense. Tan efectivas
como Galadriel, la bella hechicera
del Señor de los Anillos, la
historia que imaginó Tolkien.
En la cima de la montaña la
vista puede convertirse en un escenario
de esta aventura. A lo lejos, entre
dos montañas, se ve un valle
con dos espejos de agua. De un lado,
una de las laderas es negra, señal
de que alguna vez acá estuvo
el mar. Del otro lado todo es marrón,
se ve el camino por donde llegan los
camiones que trabajan en la preparación
de la mina y el inicio del cañadón
de Los Bandidos, uno de los refugios
que usaba Billy The Kid cuando recorría
la Patagonia para robar.
En el cielo un águila que
anida tierras abajo, en los campos
del empresario italiano Luciano Benetton
sobrevuela las puntas de cuarzo que
emergieron entre la lava endurecida
de los volcanes que explotaron en
el período jurásico.
Después fueron el viento y
el agua que las pulieron para darles
esta forma y dejarlas al aire libre.
Una ventaja que ahora agradece la
empresa Meridian Gold. La roca para
extraer el oro está casi al
alcance de la mano. Pero no es fácil
separarlo de la piedra. En esta zona,
para obtener 10 gramos de material
amarillo se necesita triturar una
tonelada de plata. El cálculo
hecho por el Worldwatch Institute
indica que para crear un par de alianzas
de oro se deberían usar las
rocas de un pozo de 3,05 metros de
largo por 1,8 de ancho y casi un metro
ochenta de profundidad.
A 7 kilómetros de Esquel,
el cuarzo llamado Galadriel se mete
y avanza por dentro del cerro y vuelve
a salir como si fuera una serpiente
que asoma su lomo unos metros después.
En ese lugar la llaman Galadriel Sur,
después sale otras tres veces
y, como corresponde, tiene otros tres
nombres distintos. La distancia entre
el primer tótem de cuarzo y
el último son 2,5 kilómetros
entre laderas y montañas. Por
eso la excavación de Meridian
prevé esa longitud. En algunos
lugares, la veta de cuarzo con oro
y plata baja hasta los 200 metros
de profundidad. Por eso todavía
no descartaron que una parte de El
Desquite sea una mina subterránea.
Al costado de este pozo hay un monte
en el que se instalará la planta
en que se mezclará la piedra
obtenida de la montaña con
cianuro. Por día, durante 10
años, serán 300 toneladas
de piedras y 6 toneladas de cianuro,
que permite separar la roca del oro
y la plata.
La piedra sin oro pero con cianuro
será sometida a un proceso
de oxidación que según
la empresa bajará su
toxicidad. Después se la escurrirá
para sacarle el agua y se la depositará
en una escombrera. Los vecinos de
Esquel temen que el cianuro que quede
y los drenajes ácidos del resto
de los componentes de la roca se filtren
por las paredes y lleguen hasta el
agua que toman y la contaminen. La
empresa asegura que pondrán
una capa de arcilla impermeable para
evitarlo. Pero los que no quieren
que se instale la mina también
hablan del peligro de traer el cianuro
hasta la montaña. En la Argentina
no se produce, de modo que los camiones
deberán atravesar la Patagonia
para llevarlo.
24 de marzo de 2003
Fuente:
PÁGINAS
RELACIONADAS: 1
- 2
- 3
- 4
- 5
- 6
- 7
- 8
- 9
- 10
- 11-
12
- 13
- 14
- 15
- 16
- 17
|