NUEVA YORK
(The New York Times).- La Antártida
está experimentando un
curioso fenómeno: en
ciertas regiones registra un
calentamiento más veloz
que en ningún otro lugar
del mundo, y en otras los promedios
de temperatura descienden. Algunos
de sus glaciares se están
debilitando y otros contienen
hielo en formación.
En los últimos
meses, los científicos
han reportado todos estos fenómenos.
Quizá todos sean verdaderos,
incluso donde resultan contradictorios.
"Confuso, ¿no es
así?", preguntó
el doctor Eric Rignot, un experto
en glaciares del Jet Propulsion
Laboratory de la NASA, en Pasadena,
Estados Unidos. El doctor Peter
T. Doran, profesor de ciencias
de la tierra y el medio ambiente
de la Universidad de Chicago
en Illinois, coincidió
con Rignot. "Es una valija
en la que se mezclan señales".
Esto se debe
a que la Antártida no
es un único lugar. En
casi una decena de kilómetros
cuadrados, tanto los que advierten
sobre las consecuencias del
calentamiento global como los
que lo hacen sobre los peligros
de los gases de invernadero
pueden hallar elementos para
sustentar sus hipótesis.
Hielo en
retroceso
En la península
antártica que se extiende
en dirección a América
del Sur, las temperaturas han
subido rápidamente, casi
5° Fahrenheit en los últimos
cincuenta años, casi
diez veces el promedio del aumento
de la temperatura en todo el
planeta.
Las consecuencias
no se han hecho esperar. Con
temperaturas de verano cada
vez más altas, el hielo
se derrite en la superficie
de los casquetes polares a lo
largo de la península.
El agua corre a través
de las grietas en el hielo,
y a su paso va separando los
casquetes en grandes secciones
con sorprendete rapidez.
"No hay
dudas de que estos casquetes
polares están desapareciendo
debido al calentamiento",
dijo el doctor Rignot.
En 1995, los
investigadores comenzaron a
observar la desintegración
del casquete Larsen, en el noreste
de la península antártica,
cuando la sección norte,
conocida como Larsen A, se deshizo.
En 1998, la porción central,
Larsen B, comenzó a encogerse,
y perdió 1000 millas
cuadradas en cuatro años.
En los sedimentos
tomados del lecho marino que
alguna vez estuvieron cubiertos
por el casquete Larsen A, investigadores
conducidos por el doctor Eugene
W. Domack, profesor de glaciología
del Hamilton College, en Nueva
York, hallaron pequeños
fósiles de algas marinas
que indican que esta parte del
casquete alguna vez estuvo expuesta
a mar abierto. El casquete probablemente
se derritió hace 6000
años, sostiene Domack,
y permaneció en mar abierto
hasta que se volvió a
congelar hace 700 años,
para permanecer congelado hasta
1995.
Sin embargo,
debajo del Larsen B, los investigadores
no hallaron vestigios de algas
marinas en los sedimentos, lo
que indica que este casquete
ha permanecido intacto durante
los últimos 10.000 años.
Para el doctor
Theodore A. Scambos, un glaciólogo
de la Universidad de Colorado,
la larga vida del Larsen B "hace
pensar que hay algo particularmente
inusual en este calentamiento"
-quizá la evidencia de
que el calentamiento ha sido
causado por emisiones artificiales
de dióxido de carbono
y otros gases del efecto invernadero
que atrapan el calor en la atmósfera.
Temperatura
en descenso
El resto de
la Antártida no muestra
signos de calentamiento. En
un artículo publicado
en enero en la revista Nature,
el doctor Doran informó
que las temperaturas de los
valles secos de McMurdo se han
enfriado cerca de 2° Farenheit
entre 1979 y 1998. Extrapolando
estos datos junto con otras
temperaturas tomadas en otras
partes de la Antártida
en los últimos 35 años,
Doran y sus colegas concluyeron
que la Antártida como
continente se ha enfriado.
Científicos
del Centro de Vuelos Espaciales
Goddard de la NASA han informado
que mediciones satelitales muestran
que el hielo marino cubre cerca
de un 2% más de superficie
de la Antártida que dos
décadas atrás.
Pero en tanto
el clima se enfría y
se calienta en ciclos que duran
décadas, las observaciones
de enfriamiento realizadas en
la Antártida no desmienten
la idea de un calentamiento
inducido por la actividad humana.
Los científicos todavía
no pueden distinguir si el enfriamiento
durará poco, enmascarando
un calentamiento a largo plazo
u otro tipo de patrón
a largo plazo.
Además,
tampoco poseen una idea acabada
de los actuales patrones climatológicos
debido a que hasta hace pocos
años los datos eran obtenidos
a partir de un puñado
de estaciones terrenas de climatología.
A partir de
la utilización de información
satelital, los expertos ahora
pueden seguir de cerca los cambios
que experimenta la Antártida.
"Esto es un cambio radical
para los glaciólogos",
dijo Rignot.
3 de abril de
2002
Fuentes:
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