El petrolero
averiado se fue a pique ayer. Pese
al operativo para frenar la catástrofe,
temen que sus 77.000 toneladas de
combustible lleguen a la costa española.
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El
Prestige, accidentado
el miércoles, se
quebró en dos ayer
y desapareció bajo
el agua. |
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La operación
de salvataje internacional para prevenir
que el petrolero Prestige
libere el resto de su carga en la
costa atlántica de España
parecía destinada a naufragar
ayer, cuando el barco se quebró
y hundió. Pese a la cantidad
de ofrecimientos de ayuda de diversos
gobiernos alrededor del mundo, los
expertos temen que sea muy poco lo
que pueda hacer para evitar el desastre
ecológico, salvo defender algunas
localidades costeras con barreras
flotantes protectoras.
La agencia marítima
británica ayer renovó
su ofrecimiento de ayuda técnica
y experiencia. El equipamiento disponible
incluye dispersantes, bombas de alta
velocidad, maquinaria de trasferencia
barco a barco, barredores de superficie
y barreras flotantes. La vasta artillería
sugiere que aún mucho podría
hacerse para detener la catástrofe,
pero Smit Salvage, la compañía
holandesa que trabaja en el operativo,
advirtió que las condiciones
del mar impedirían un efectivo
despliegue de barreras y dirigir el
combustible hacia la costa. Puede
verse calmo y soleado en televisión,
pero hay olas de cinco metros, lo
que es normal en esta época
del año. Es imposible detenerlo,
dijo Lars Walder, vocero de la compañía.
Se espera que los vientos y las corrientes
empujen el petróleo hacia la
costa de Galicia, en el noroeste de
España, durante al menos las
próximas 48 horas.
Los barcos destinados
a la limpieza estaban camino a la
escena para unirse a los remolcadores,
helicópteros y aviones de reconocimiento
ya en posición sobre el naufragio.
La pesadilla prevista por los expertos
en control de contaminación
es que los tanques del barco pueden
quebrarse por el impacto contra el
fondo del mar o implosionar por la
presión a una profundidad de
3600 metros. Eso podría provocar
que la totalidad de las 77.000 toneladas
fueran liberadas en el océano
y eventualmente llevadas hacia la
costa por los vientos y corrientes.
Nadie tiene seguridad de que las temperaturas
a tal profundidad puedan solidificar
el petróleo y evitar que llegue
a la superficie.
Una opción
radical que recibía ayer creciente
apoyo en España es bombear
el combustible para incendiarlo y
destruirlo. Archie Smith, jefe ejecutivo
de Oil Spill Response Ltd, que envió
sus asesores a Galicia, advirtió
que es difícil mantener el
fuego encendido en el mar. Una
vez que el petróleo se expande
en la superficie es difícil
tenerlo vivo dijo. El
efecto enfriador del agua lo apaga
constantemente.
Los dispersantes
podrían haber servido para
dividirlo en pequeñas partes
que eventualmente podrían ser
consumidas por la acción microbiológica.
Pero este tipo de fuel denso, que
tiene extraídas las fracciones
más leves, es más difícil
de dispersar.
Si el petróleo
es suficientemente denso puede no
flotar en la superficie dijo
Smith. Necesitamos preparar
defensas en la costa que protejan
áreas pequeñas, sensitivas,
donde hay marinas o cultivo de peces
que pueden ser defendidos colocando
barreras. Hay cientos de millas de
costa que podrían verse afectadas.
La limpieza de la
costa seguramente seguirá mucho
tiempo. En desastres anteriores los
responsables descubrieron que la cantidad
de residuos que deben ser recogidos
de las playas es diez veces superior
al combustible liberado. En el caso
de Erika otro viejo
petrolero que se hundió en
Francia en diciembre de 1999,
entre 12.000 y 15.000 toneladas de
combustible viajaron hacia la costa,
pero se recogieron 250.000 toneladas
de residuos en las playas.
Mientras que los
ecologistas se resignaban a la inevitabilidad
del desastre, el presidente francés,
Jacques Chirac, dijo que era necesaria
una seguridad marítima draconiana
para prevenir que viejos petroleros
pusieran en peligro las costas europeas.
Criticó la incapacidad
de los funcionarios, en particular
europeos, para tomar las medidas necesarias
contra la laxitud que permite el despliegue
de estos barcos-basura. Las
autoridades españolas sostienen
que el Prestige, que se
fisuró durante una tormenta
el pasado miércoles, no había
sido inspeccionado desde 1999. La
Unión Europea endureció
sus normas sobre transporte marítimo
en 2001 y reclamó un progresivo
remplazo de navíos de un solo
casco por embarcaciones de doble casco.
20 de noviembre de 2002
Fuente:
PÁGINAS
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