El giganotosaurus
tenía un olfato más
fino que el del tiranosaurus, pero
peor vista. Los hallazgos sugieren
que habría sido un cazador
nocturno. Confirman que fue el dinosaurio
carnívoro más grande
del mundo. El estudio se publica esta
semana.
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"Tuvimos
que hacer los estudios en
Canadá, porque acá
en las clínicas me
decían que no podían
hacerle una tomografía
a mi giganotosaurio porque
no estaba afiliado a ninguna
prepaga" |
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En la Argentina,
el estudio del cráneo de los
dinosaurios -más precisamente
de un área denominada basicráneo
- es aún hoy un campo de investigación
prácticamente virgen. A la
falta de interés en el tema
expresado por la comunidad paleontológica
internacional, en nuestro país
se le suma la falta de acceso a la
aparatología necesaria para
emprender su estudio.
Cuenta Rodolfo Coria,
director del Museo Carmen Funes de
Plaza Huincul, Neuquén, que
el estudio mediante tomografía
computada del basicráneo de
un ejemplar de Giganotosaurus carolinii
hallado en esa provincia en 1993 debió
ser realizado en Canadá, ya
que "en las clínicas privadas
donde disponían de esta tecnología
me decían que no podían
hacerlo, porque mi giganotosaurio
no estaba afiliado a ninguna prepaga
y ni siquiera contaba con obra social".
Los estudios del
basicráneo del giganotosaurus
de Coria constituyen los primeros
en su tipo realizados a un dinosaurio
argentino. Estos revelan que los lóbulos
olfatorios del dinosaurio carnívoro
más grande conocido a la fecha
estaban más desarrollados que
los de su equivalente en el hemisferio
norte, el famoso Tiranosaurus rex
. Sin embargo, la comparación
de ambos basicráneos revela
que este último habría
tenido lóbulos ópticos
más desarrollados que los del
dinosaurio patagónico.
"Esto sugiere
que el giganotosaurus habría
tenido un sentido del olfato más
fino y desarrollado que el tiranosaurus,
pero una vista menos eficiente -plantea
Coria-. Uno puede suponer que el giganotosaurus
estaría mejor adaptado para
la caza nocturna", actividad
para la cual un buen sentido del olfato
resulta de mayor utilidad que la vista.
Los resultados del
estudio se publican en la edición
de enero del Journal of Vertebrate
Paleontology.
Cuestiones de
parentesco
"La tomografía
computada nos permitió introducirnos
adentro del cráneo sin destruirlo
ni alterarlo, para estudiar la morfología
del cerebro", comenta el paleontólogo
argentino. La descripción anatómica
resultante permitió a Coria
y a su colega canadiense Philip Currie,
del Royal Tyrrell Museum of Paleontology,
comparar el basicráneo del
giganotosaurus con los de otros dinosaurios
carnívoros patagónicos.
"Encontramos
caracteres compartidos con otros dinosaurios
argentinos, como el carnotaurus y
el abelisaurus -cuenta Coria-. Lo
que genera varios interrogantes ya
que estos dinosaurios pertenecen a
familias diferentes, aunque quizá
no sean tan distintas. En nuestro
estudio abrimos la discusión
sobre estos parentescos."
Por otro lado, la
tomografía computada permitió
determinar que el cerebro del giganotosaurus,
que se pudo ver presentaba la forma
y el tamaño de una banana,
no llegaba a un volumen de un litro;
bastante poco para un animal de más
de 12 metros de largo que pesaba seis
toneladas.
"Aun así,
el cerebro del giganotosaurus sería
ligeramente mayor que el del tiranosaurus,
lo que confirma al dinosaurio patagónico
como el dinosaurio carnívoro
más grande del mundo",
afirma Coria.
A pesar de que esconden
en su interior un importante caudal
de información sobre la evolución
de los dinosaurios, el estudio de
los basicráneos de estos reptiles
prehistóricos siguen siendo
relegado. ¿Dónde reside
la importancia en términos
evolutivos del estudio de esta región
del cráneo?
"El basicráneo
es una parte muy interesante del esqueleto
de estos animales, porque no ha cambiado
mucho desde las formas ancestrales
que hace 200 millones de años
dieron origen a los dinosaurios hasta
las más recientes, a diferencia
de los huesos de las patas que sí
se han modificado -explica Coria-.
Los mamíferos, por el contrario,
se han especializado en sofisticar
su basicráneo y mantener los
huesos de las patas sin grandes modificaciones."
"Es muy interesante
incorporar a nuestros estudios este
tipo de información basada
en caracteres evolutivos", concluye
el paleontólogo.
3 de enero de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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