A la sombra
de la cumbre del G-8 y sin ningún
tipo de repercusión,
se ha celebrado en Ginebra,
del 26 de mayo al 6 de junio,
una convención del Foro
de las Naciones Unidas sobre
Bosques (UNFF en sus siglas
en inglés). El objetivo
de este organismo es bastante
claro: "elaborar políticas
coherentes que promuevan el
manejo, conservación
y desarrollo sustentable de
todo tipo de bosques".
El resultado, bastante claro
también: los bosques
desaparecen a una velocidad
alarmante.
El Foro fue
creado a raíz de la Cumbre
de la Tierra de 1992. Los gobiernos
reconocieron la crisis que sufrían
los bosques y la necesidad de
crear un organismo regulador
y, sobre todo, protector. Surgió
así el Panel Intergubernamental
sobre Bosques, sucedido por
el Foro Intergubernamental sobre
Bosques. Un tiempo después
se volvió a cambiar el
nombre y se catalogó
por el actual UNFF. Viendo los
resultados obtenidos, podemos
llegar a la conclusión
de que las mayores discusiones
se han centrado en el nombre
y no en las medidas a llevar
a cabo.
En los años
90, según la Organización
de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación
(FAO), la deforestación
tuvo un ritmo anual de 16,1
millones de hectáreas.
En quince años, una superficie
igual que México había
sido totalmente expoliada. Los
países más perjudicados
fueron Argentina, Brasil, Congo,
o Indonesia, entre otros. La
sempiterna lucha entre desarrollados
y en desarrollo volvió
a tener la misma víctima.
No sólo se les niega
el alimento, sino que sus riquezas
verdes van a manos de los gigantes
del norte.
Lo más
irritante no es sólo
que se acabe con los bosques,
sino la respuesta que dan determinados
gobiernos ante estos hechos
irrefutables: consideran que
se ha avanzado mucho en la defensa
forestal. Hasta ofrecen cifras
que demuestran que la cobertura
forestal ha aumentado. Esto
se debe a que los monocultivos
de especies exóticas
de árboles se incluyen
dentro de la categoría
"bosques" ocultando
así las tasas reales
de deforestación. ¿No
saben que un bosque está
formado por más de una
variedad de árboles,
que un bosque es un ecosistema
en sí mismo? Y lo peor
de todo: el Foro lo admite.
Está claro que con un
organismo que desconoce incluso
la definición de lo que
tiene que defender, no podremos
llegar a buen puerto.
Los árboles
que se plantan para tapar las
barbaries cometidas no responden
a planes de reforestación
racionales. Para conseguir un
suelo fértil y productivo
se necesitan cientos de años.
Para mantenerlo se requiere
plantas, especialmente sus raíces.
Si éstas son taladas
tendrán que pasar otra
vez casi la misma cantidad de
años para ser aprovechadas
de nuevo. Y si encima se plantan
árboles que no concuerdan
con la flora autóctona,
el artificial se convierte en
una bomba de relojería.
Con esta práctica se
llega tarde o temprano a la
desertización. Los bosques
son sistemas autorregulables.
Ellos saben lo que necesitan
y lo que no, cómo administrarlo
y qué árboles
pueden formar parte de este
todo. La mano del hombre no
es necesaria y lo único
que consigue es estropear el
trabajo de tantos años.
Esto ocurre
con el llamado Desierto Verde
en Brasil. Los monocultivos
de eucalipto se empiezan a extender
de forma preocupante por la
mayoría de los estados.
Este árbol requiere de
una gran cantidad de agua y
las zonas donde se está
introduciendo no disponen de
ella. Si esto no fuera suficiente,
los árboles transgénicos
empiezan a ser una realidad.
Aunque su producción
comercial aún no ha sido
aprobada, los estudios realizados
hablan de que ocasionarían
la devastación de los
ecosistemas formados por bosques.
Las comunidades
y pueblos indígenas son
las más perjudicadas.
Se encuentran sumidas en rabia
y dolor. Rabia porque no se
les escucha y con total seguridad
son los que más saben
de este tema. Poblaciones que
llevan centenares de años
viviendo en armonía con
los árboles observan
cómo los recién
llegados saben qué es
lo mejor para ellos, destruir
el bosque que les da comida
y refugio, y en definitiva,
la vida. Dolor porque cada rama
que se rompe es una espina que
se les clava, porque cada árbol
que muere es una amigo que pierden.
Nadie les ha dado tanto como
los bosques, nadie les ha quitado
tanto como sus congéneres.
Las conclusiones
de la convención están
por llegar, pero visto lo acontecido,
el optimismo es un término
no contemplado. Los bosques
van desapareciendo mientras
que los indígenas deben
abandonar sus hogares milenarios
e incorporarse al gris de las
ciudades. Si todo sigue como
hasta ahora, la mejor solución
sería cambiar de nuevo
el nombre del organismo regulador
por el de Foro de las Naciones
Unidas sobre Tala de Bosques.
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