Lo confirmaron
mediante fotos satelitales e imágenes
tomadas desde aviones. Tras el colapso
de la Barrera de Larsen, en 1995,
se aceleró su velocidad de
desplazamiento. El hallazgo lleva
a rever teorías sobre los efectos
del calentamiento.
Uno de los escenarios inquietantes
que plantea el acelerado calentamiento
planetario contempla el colapso de
los hielos de la Península
Antártica seguido de un aumento
acelerado del nivel de los mares.
Hoy, en un trabajo que se publica
en Science, dos investigadores argentinos
proporcionan una señal de que
esta premonición podría
no ser tan descabellada: a partir
del análisis de imágenes
satelitales y datos adquiridos durante
sobrevuelos a la zona, muestran que
cinco de los seis glaciares principales
que hasta hace ocho años alimentaban
una franja de hielo de 700 km de largo,
la Barrera de Larsen, sufrieron un
dramático surge (término
técnico que alude a un incremento
repentino en su velocidad de desplazamiento
hacia el mar), seguido de un retroceso,
un fenómeno relacionado en
modelos teóricos con el aumento
del nivel del mar. La Barrera de Larsen
colapsó en 1995.
Controversia científica
La posibilidad de que la sábana
antártica occidental colapse
como consecuencia de la desintegración
de las barreras de hielo es todavía
motivo de controversia en el mundo
científico.
Según explican el licenciado
Hernán De Angelis y el ingeniero
Pedro Skvarca, glaciólogos
del Instituto Antártico Argentino
y autores del trabajo, en el pasado
la principal hipótesis sugería
que las barreras de hielo contienen
el hielo del interior de la península,
y que su remoción podría
desencadenar un incremento repentino
en la velocidad de las corrientes
heladas que drenan la sábana
antártica occidental. Sin embargo,
modernos modelos matemáticos
sugieren que, por el contrario, su
desintegración no tendría
efectos sobre el hielo interior. Es
por eso que el colapso de las barreras
de la Península Antártica
representa una oportunidad única
para estudiar la veracidad de las
diferentes teorías acerca del
tema.
En este caso, ambos científicos
pudieron comprobar que, con posterioridad
al colapso de Larsen, los glaciares
Boydell, Sjgren, Edgeworth,
Bombardier y Drygalski entraron en
fases activas de surge .
.
"El glaciar consta de una zona
alta y una baja -explica Skvarca-.
El surge produce un transporte de
masa desde la parte superior a la
inferior, a una zona casi estanca.
Ese avance repentino se produce por
complejos cambios internos y en los
parámetros físicos."
.
"Hace alrededor de tres décadas
se teorizó que el colapso de
las barreras podía inducir
la desintegración de los glaciares
-agrega De Angelis-. Estas hipótesis
fueron bastante discutidas e incluso
en los últimos veinte años
algunos colegas que desarrollan simulaciones
numéricas sostuvieron que la
desintegración de las barreras
no traería consecuencias sobre
el hielo apoyado en la roca. Ahora,
descubrimos que cinco de los seis
glaciares mayores que alimentaban
la Barrera de Larsen sufrieron un
surge, y luego un descenso brusco
de la superficie. Por eso, sugerimos
que no hay que descartar esta teoría.
Si bien no aseguramos que esto va
a pasar siempre o que vaya a ocurrir
con el resto de la Antártida,
pensamos que hay una probabilidad
cierta de que ocurra."
Por el momento, De Angelis y Skvarca
barajan diferentes alternativas, especialmente
teniendo en cuenta que a principios
de la década del noventa se
desintegró una barrera muy
pequeña sin precipitar el surge
de los glaciares, algo que sí
parece haber ocurrido a partir del
colapso de la Barrera de Larsen.
"Los glaciares fluyen por varios
motivos -explica Skvarca-: por la
deformación plástica
del hielo, por la pendiente de superficie,
por deslizamiento y por deformación
del sedimento subglaciar (arcilla
o barro glaciario), si existe. Pero
la causa fundamental es la gravedad."
De Angelis agrega que si los glaciares
son del tipo polar o frío,
su base está congelada y entonces
tienen un deslizamiento ínfimo,
de unos pocos centímetros por
año. En cambio, otros se mueven
más rápidamente por
deformación o por sedimento.
Récord de calentamiento
Aún no queda claro qué
papel cumple el aumento de la temperatura
global en estos procesos, aclaran
los investigadores.
La temperatura promedio anual de
la Península Antártica
sufrió un incremento de 2,5
grados centígrados en los últimos
cincuenta años. "Más
de dos grados en cincuenta años
es mucho -comenta Skvarca-. Piense
que los modelos catastróficos
hablaban de entre 2 y 4 grados en
cien años."
Los datos experimentales indican
que en el resto del continente helado
la temperatura es estable e incluso
descendió algunas centésimas
en las últimas dos o tres décadas.
Pero la Península Antártica,
junto con el Tibet, ostentan el récord
de calentamiento regional.
"Por eso -advierte Skvarca-
cada vez que hablamos de calentamiento
en la Antártida, aclaramos
rotundamente que concierne sólo
a la Península. ¿Por
qué ocurre esto? La respuesta
es un gran signo de interrogación.
Lo que sabemos es que tanto el sector
Larsen A como el B se desmembraron
en dos veranos que fueron los más
cálidos de la historia. El
último fue el más cálido
en un siglo de mediciones. El calor
funde la superficie y conduce o dispara
el colapso final. Ya hace casi treinta
años, en un trabajo publicado
en Nature, John Mercer escribió
que la desintegración de las
barreras a ambos lados de la Península
Antártica era una señal
de alarma que indicaba un calentamiento
muy pronunciado. Ahora, muy pocos
años después del colapso
de Larsen, los glaciares comienzan
a galopar. Mercer hizo muchos trabajos
de investigación en los glaciares
patagónicos. Fue un visionario.
Pero en ese momento no muchos le dieron
importancia."
7 de marzo de 2003
Fuente:
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