Se inicia hoy
y dura una semana. Buscarán
soluciones para cerca de 1.100 millones
de personas que sufren la falta de
ese vital elemento. Su escasez puede
ser una causa potencial de futuras
guerras.
El mundo tiene los ojos puestos sobre
el petróleo, y la inminencia
de la guerra en Irak enciende las
alarmas. Aunque muchos lo ignoran,
hay un elemento aún más
decisivo para la vida de los hombres,
que va camino a la escasez y hasta
sufre riesgo de extinción.
Desde hoy y por una semana, en Kyoto,
unas 10 mil personas discutirán
el presente y el futuro del agua,
en el Tercer Foro Internacional dedicado
al tema.
El encuentro, organizado por el Banco
Mundial, el Consejo Mundial del Agua
y los gobiernos de Japón y
de Holanda, reunirá a los mayores
especialistas internacionales. Saneamiento
ambiental, salud pública, economía
y finanzas, geopolítica: el
agua ocupa un lugar central en el
diseño de cualquier política
a futuro, porque todo señala
que será el elemento de discordia
y presión en el mañana.
Quien tenga agua, tendrá poder,
y todos saben qué significa
esa frase.
Hoy será la ceremonia oficial,
a la que asistirá el príncipe
Naruhito de Japón y la princesa
Masako. También estarán
Guillermo de Orange, príncipe
de Holanda (posiblemente lo acompañe
Máxima Zorreguieta, su esposa
argentina) y el príncipe Moulay
Rashid de Marruecos. Para el martes
esperan la presencia de Kofi Annan
seguramente su llegada estará
ligada a lo que ocurra en el Consejo
de Seguridad de la ONU y también
la del ex presidente soviético,
Mijail Gorbachov .
En esta ciudad que supo ser la capital
imperial del país y que el
francés Roland Barthes llamó
"la ciudad más china de
Japón", se respiran los
últimos fríos, con narices
y bocas escondidas tras las bufandas.
Enormes carteles celestes con el logo
del Tercer Foro Internacional del
Agua acosan a los transeúntes
en cada esquina, cada estación
de tren y de subte.
El Kyoto International Conference
Hall es el enorme complejo que albergará
las discusiones de los miles de participantes.
Científicos y empresarios;
gobernantes y funcionarios sinceramente
preocupados por el seco futuro de
sus países, pero también
los grandes cerebros comerciales que
concibieron un negocio al ponerle
precio internacional a un bien natural
como el agua, que ahora es el producto
más apetecible y comercializable
del planeta.
Imágenes y números
para pintar un panorama. Mil cien
millones de personas en el mundo no
tienen todavía acceso al agua
potable. 2.400 millones no cuentan
con instalaciones sanitarias dignas.
Más de 1,6 millón de
chicos mueren por año a causa
de infecciones causadas por el agua
contaminada (el dato es de UNICEF).
Está científicamente
comprobado que el 75% de esas infecciones
podría evitarse si todos accedieran
al agua potable.
Pero el agua es también un
gran negocio. Tres grandes empresas,
las francesas Suez y Vivendi y la
británica Thames, y en muy
menor escala otras firmas, llevan
el servicio privado de agua hasta
las canillas de millones de personas
en en 150 países.
Según un informe del ICIJ
(International Council of Investigative
Journalism), en 1990 cerca de 51 millones
en todo el mundo bebía agua
privatizada. Hoy la cifra trepa a
300 millones. Y el mapa disponible
sigue siendo enorme. Desde las empresas
insisten en que ellos tienen el conocimiento
y la preparación para resolver
el dilema de la potabilización
del agua, y que los gobiernos solos
no pueden manejar la cuestión.
Por eso proponen sociedades mixtas
en los diferentes países.
Distintas ONG vienen denunciando
que los nuevos dueños o "barones
del agua", como los llaman los
más críticos, cuentan
con el respaldo del Banco Mundial
y el FMI, entre otros organismos de
crédito, a la hora de convencer
a los distintos gobiernos sobre la
conveniencia de privatizar el agua.
De esto también se va a hablar
en Kyoto, y mucho. Mientras un grupo
de ONG radicales organizó su
propio foro para el 22 y 23 de marzo
en Florencia, en abierta confrontación
con el "foro de los poderosos",
otras decidieron venir a Japón
para hacerse escuchar. Harán
un pedido que puede leerse como una
exigencia: que se reconozca el acceso
al agua como un derecho humano, y
ya no como una simple necesidad.
16 de marzo de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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