Desprendimientos
antárticos. Uno es 12 veces
mayor que la Capital.
Habían pasado unos minutos
de las seis de la tarde del miércoles
último cuando el satélite
NOAA-16, del Servicio Meteorológico
Nacional (SMN), localizó en
el océano Atlántico
dos témpanos de grandes dimensiones
y otro más pequeño que
navegaban a poca distancia entre sí
hacia el Nordeste. Se trata de desprendimientos
del A-38, aparecido en 1998 en la
Antártida, y se estima que
podrían pasar cerca de las
islas Malvinas, según el Servicio
de Hidrografía Naval (SHN).
Moles de hielo
El primero, denominado A, se ubica
a unos 600 kilómetros de las
islas y a unos 800 de Tierra del Fuego;
su superficie aproximada -2500 kilómetros
cuadrados- equivale a 12 veces la
de la Capital Federal.
El témpano B, de 1900 kilómetros
cuadrados -9,5 veces la ciudad de
Buenos Aires- se encuentra a 54 kilómetros
del primero. El tercer bloque, llamado
C, es el de menor tamaño y
su extensión es similar a la
de la Capital Federal, unos 200 kilómetros
cuadrados.
La ruta que realizan las enormes
masas de hielo es la habitual, señaló
el difusor del Servicio Meteorológico
Nacional Carlos Martínez. "Los
témpanos muestran un movimiento
errático, es decir, van hacia
el Norte y luego hacia el Este, por
lo que existe una baja probabilidad
de que lleguen a la costa argentina."
Los desprendimientos de hielo de
las barreras de la Antártida,
habituales también en esta
época del año, son difíciles
de seguir, indicó a el capitán
de navío Manuel H. Picasso,
del SHN.
"Tienen forma tabular o poligonal
y, mientras avanzan, se degradan y
erosionan por la acción mecánica
de las olas; pierden volumen."
En su viaje posiblemente se topen
con aguas cálidas, que ayudarán
a que se reduzca su tamaño.
La erosión producida desde
abajo genera además cavernas
de aire, que pueden hacerles dar una
vuelta de campana.
El desplazamiento es lento debido
a sus dimensiones. Alcanzan una velocidad
de medio nudo, es decir, un kilómetro
por hora. Este dato, sumado a su dirección
rumbo al Nordeste, permitiría
deducir que no podría producirse
un contacto con las islas, estimó
Picasso.
Se calcula que por la ubicación
que tienen no representarían
un riesgo para la navegabilidad en
el océano Atlántico,
ya que es un área poco frecuentada
por los barcos.
24 de mayo de 2003
Fuente:
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