Los desastres ecológicos,
la deforestación y otras consecuencias
de la acción humana provocan
daños en la cadena trófica.
Sin embargo, en el mundo actual la
extinción de especies animales
no está tan directamente relacionada
con la escasez de alimentos o la contaminación,
como con acciones violentas directas
(la caza no reglamentada y el comercio
ilegal de especies salvajes) o indirectas
(la introducción de especies
exóticas, en determinados ambientes,
que compiten por uno o más
recursos con individuos nativos o
ya adaptados al lugar).
En todo el mundo
gobiernos y entidades no gubernamentales
de distintos países realizan grandes
esfuerzos para despertar conciencia
sobre la gravedad de esta situación.
Algunos de estos esfuerzos se canalizan
a través de leyes que regulan los
períodos de caza y pesca, establecen
el número máximo de piezas que está
permitido cazar, protegen a las especies
en los períodos de apareo y desove
y establecen reservas adecuadas de
vida natural. Sin embargo, los controles
ideados hasta el presente son insuficientes
a la hora de detener el creciente
deterioro de la vida silvestre.
Hay industrias montadas
sobre la caza indiscriminada de especies
valiosas y la captura de ejemplares
vivos para su comercialización
en forma clandestina. Nutrias, osos,
castores, focas, leopardos, visones,
martas, astracanes, armiños,
zorros y chinchillas van a parar a
manos de peleteros de todo el mundo
que comercializan unos 15.000.000
de pieles al año. Mientras
tanto, unos 10.000.000 de pieles de
reptiles entran en el circuito de
la marroquinería.
Peces, ardillas,
armadillos, monos, loros, camaleones
y aves coloridas, son capturados sólo
para ser vendidos a personas que gustan
de mascotas exóticas, a pesar
de que muchos de ellos mueren durante
el transporte o en las viviendas de
sus compradores.
Estadísticas
recientes dan cuenta que unos 5.000.000
de aves y 500.000.000 de peces ornamentales
llegan a manos de coleccionistas y
aficionados.
Se calcula que en
el reino animal hay unas 700 especies
al borde de la desaparición
y 2.300 seriamente amenazadas en todo
el planeta. Unos 50 millones de primates
al año son utilizados en investigaciones
de laboratorio o capturados para su
venta como mascotas. Sólo en
Estados Unidos ingresan anualmente
treinta millones de animales en calidad
de mercancía, provenientes
de Brasil, México y países
africanos. El tráfico ilegal
de animales mueve más de 4.000
millones de dólares por año,
sólo superado por el contrabando
de armas y el narcotráfico.
Especies en peligro
En 1973 se firmó
el primer tratado internacional que
ponía límites a la caza
y la pesca indiscriminadas, y al comercio
ilegal de animales. Ciento veintiséis
países han adherido a ese tratado,
pero los estragos continuaron. Las
especies más amenazadas podrían
desaparecer en las primeras décadas
del siglo XXI. Las cifras que manejan
los especialistas son impresionantes:
del tigre de Siberia, capturado por
su piel, quedan unos 200 ejemplares.
El cocodrilo del
Nilo afronta peligro inminente de
extinción. Viven en libertad
unas 150 parejas del águila
imperial ibérica, y están
en serio peligro las tortugas marinas,
un lujo de coleccionistas.
En las elevaciones
de África sólo sobreviven
600 gorilas de montaña, y hay
unos pocos más en zoológicos
o institutos de antropología.
El guacamayo escarlata es codiciado
en Estados Unidos por su belleza e
inteligencia. En Australia, es probable
que haya desaparecido el lobo marsupial;
el último ejemplar fue visto
hace más de diez años.
¿Cómo
ha sido posible semejante nivel de
destrucción? Las explicaciones
saltan a la vista. El panda gigante,
no en vano consagrado como el símbolo
internacional de las especies en extinción,
es cazado por su piel y para su exhibición
en zoológicos; se cree que
no quedan más de 1.000 en libertad.
En el Japón puede llegar a
pagarse hasta 50.000 dólares
por un ejemplar.
En 1990 se prohibió
totalmente la caza de elefantes en
todos los países de África;
sin embargo, se siguen matando 70.000
ejemplares anuales, de cuyos colmillos
se extraen menos de 1.000 toneladas
de marfil.
Si los rinocerontes
se extinguen, ello se deberá
a una serie de supersticiones y creencias
de algunos pueblos orientales: el
cuerno pulverizado de este animal
es considerado un poderoso afrodisíaco.
Por este motivo, casi ha desaparecido
esta especie de las islas de Java
y Sumatra, y de la India. En África
había unos 65.000 ejemplares
negros en la década de 1970;
en la actualidad quedan apenas 2.000.
Otro tanto pasa con el rinoceronte
blanco: su desaparición es
inminente.
Compitiendo por
recursos
Los animales no
sólo están amenazados
por la caza y la captura indiscriminadas.
Muchas poblaciones afrontan serios
problemas en su propio hábitat,
motivados por la introducción
de especies exóticas que comienzan
a competir con los ocupantes originarios
de un determinado nicho ecológico.
Desde los Estados
Unidos fueron introducidos visones
en varios países de Europa,
y tras su presencia se redujo drásticamente
la población de nutrias.
En Australia se
hicieron sueltas de conejos para satisfacer
los deseos de cazar de los colonos,
sin tener en cuenta que no había
predadores naturales para esa especie
tan prolífica. La población
de conejos creció tan espectacularmente
que se convirtieron en plaga de la
agricultura.
Entonces se importaron
zorros, con el fin de controlar a
los conejos, pero disminuyó
en forma alarmante el número
de marsupiales nativos, con los cuales
los zorros compiten.
Apicultores brasileños
importaron abejas africanas para mejorar
la calidad de la miel; lo lograron,
pero la nueva variedad surgida muestra
suma agresividad hacia el hombre y
los animales.
También
en Sudamérica |
Los
tres factores que agravan
el problema de la extinción
de animales |
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-caza,
captura e introducción
de especies exóticas-
se dan en la fauna
sudamericana. Los
tres factores que
agravan el problema
de la extinción
de animales -caza,
captura e intro-
ducción de
especies exóticas-
se dan en la fauna
sudamericana. En
el chaco, la defores-
tación de
las selvas y los
bosques, la cacería
indiscriminada y
la introducción
de especies exóticas
llevaron al borde
de la extinción
al puma, al yaguareté,
al tatú carreta,
al yacaré
y a muchas variedades
de pájaros
y peces.
En la Patagonia,
el hábitat
del huemul fue invadido
por ciervos europeos
y las maras o liebres
nativas fueron desplazadas
por las de origen
europeo.
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En
los mares
del sur buques
factoría,
provenientes
en su mayoría
del Japón
y otros países
orientales,
practican
la pesca clandestina.
Uno de los
animales más
cotizados
por su utilidad
para las industrias
cosmética,
alimentaría
y farmacológica
es la ballena.
En la actualidad
se organizan
importantes
campañas
internacionales
destinadas
a revertir
su desaparición.
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