El Gobierno de Brasil
tomará esta semana una medida
que podría complicar notablemente
el comercio de alimentos argentinos
en el vecino país. Con el presidente
Lula Da Silva metido de lleno en la
discusión, el Gabinete brasileño
definirá nuevas reglas para la
identificación de productos que
contengan Organismos Genéticamente
Modificados (OGM). De la rigidez de
esa norma dependerá cuánto
pierde la Argentina.
En la Secretaría de Agricultura
ya están en alerta, por una
sencilla razón: en la Argentina
el 95% de la soja es transgénica,
se utiliza como ingrediente para una
enorme cantidad de alimentos elaborados,
pero no es obligatorio identificarla.
El temor oficial es que si las nuevas
reglas brasileñas son demasiado
estrictas, haya que comenzar a hacerlo,
con enormes costos para las empresas.
En 2002, las ventas de alimentos nacionales
al vecino país llegaron a 1.420
millones de dólares.
José Amauri Dimarzio, secretario
ejecutivo del Ministerio brasileño
de Agricultura, confirmó que
hoy se reunirá el Grupo Interministerial
que creó Lula para resolver
una política sobre transgénicos.
Adelantó que elevarán
al presidente un nuevo proyecto para
el etiquetado de OGM. Y fue claro:
dijo que esa norma alcanzará
a los productos importados.
Los primeros pasos de Lula en materia
de transgénicos fueron bien
recibidos por el Gobierno local, porque
se comenzó a achicar la enorme
brecha que sobre este tema existe
entre los dos grandes socios del Mercosur.
Unos días atrás, el
presidente brasileño decidió
habilitar la comercialización
de la soja OGM sembrada ilegalmente
en el sur de su país. Pero
al mismo tiempo prohibió nuevas
siembras hasta que el Congreso defina
normas definitivas para Brasil.
En el decreto firmado por Lula, además,
se fijó la identificación
obligatoria de la soja transgénica,
con tolerancia cero a la presencia
incidental de OGM. Sobre esa base,
el Grupo Interministerial tendrá
que precisar si el etiquetado incluirá
a los alimentos elaborados o se limitará
a la materia prima. También
si se mantiene ese umbral de tolerancia
mínimo. "Para nosotros,
es totalmente rechazable", dijo
un funcionario local.
La semana pasada, Agricultura tomó
una primera decisión: va a
pedirle a Brasil que no trabe el ingreso
del maíz Bt, el otro cultivo
transgénico que se produce
en el país. La Argentina no
vende soja y sus derivados al vecino
país que es el segundo
productor mundial de la oleaginosa,
pero sí coloca el grano forrajero.
Y lo hace, como en otros casos, sin
identificar si esos embarques son
de la variedad modificada.
La posibilidad de que Brasil finalmente
habilite los transgénicos,
pero al mismo tiempo obligue a identificarlos,
no es descabellada. Contra lo que
sucedió aquí, en Brasil
el debate sobre los OGM lleva años
y ha calado hondo en la opinión
pública. Y los ecologistas
brasileños se muestran sumamente
activos. La semana pasada, Greenpeace
realizó una protesta frente
a la multinacional Nestlé en
San Pablo, por utilizar sin decirlo
grandes dosis de soja transgénica
en un alimento para perros.
7 de abril de 2003
Fuente:
PÁGINAS
RELACIONADAS:
1 - 2
- 3
- 4
- 5
-
6 -
7 - 8
- 9
- 10
- 11
- 12
- 13
- 14
|