Cuando los cuerpos
de Robert Falcon Scott y sus compañeros
fueron hallados en la Antártida
en 1912, también se rescató
una colección de rocas y fósiles
vegetales.
Los exploradores cargaron con las
mismas -con un peso de 16 kilogramos-
a su regreso del polo Sur.
Los expertos en la exploración
antártica siempre cuestionaron
el transporte de esas piedras en una
situación de vida o muerte,
pero Scott estaba determinado a mantener
el carácter científico
de su expedición.
Y las mismas demostraron que la Antártida
estuvo "alfombrada" de bosques
hace 250 millones de años y
ahora sirvieron para desmantelar una
teoría sobre la presencia vegetal
en el polo Sur.
Nunca estuvo claro por qué
se trata de restos de árboles
de hoja caduca y no perenne.
La idea más generalizada era
que los árboles perdían
las hojas durante el oscuro invierno
polar porque no podían efectuar
la fotosíntesis.
La pérdida de hojas ayuda
además a preservar las reservas
de anhídrido carbónico.
El hallazgo
Pero una prueba efectuada en condiciones
similares a las polares demostró
que la economía que se logra
con la pérdida de hojas es
mínima, incluso peor que la
cantidad que puede perder un árbol
perenne.
"Nuestros hallazgos demuestran
que la vieja teoría sobre la
predominancia de árboles de
hoja caduca en esa zona no cierra",
dijo Osborne.
Cree que debe haber otra explicación,
quizá en el suministro de agua,
la fertilidad del suelo o las bajas
temperaturas.
Irónicamente, las nuevas conclusiones
son similares a las que llegó
el botanista de Cambridge Albert Seward
en 1914.
Pero ello fue ignorado, y muchos
se preguntan si no lo fue con el fin
de justificar a Scott.
Después de todo, el explorador
quería demostrar que su expedición
era algo más que una carrera
al polo Sur.
4 de julio de 2003
Fuente:
PÁGINAS
RELACIONADAS:
1 - 2
- 3
- 4
- 5
- 6
- 7
- 8
- 9
- 10
- 11
- 12
- 13
- 14
- 15
- 15
- 17
- 18
- 19
|