Lo asegura la
doctora Kati Myllymäki, presidenta
de la Asociación Médica
Mundial. Es un insumo crítico
para los humanos. Se requerirían
220 millones de dólares para
balancear el déficit de infraestructura
sanitaria en América latina.
KYOTO, Japón.- "Ninguna
medida haría más por
reducir las enfermedades y salvar
vidas en los países en desarrollo
que facilitar un acceso general al
agua potable y a los servicios de
saneamiento", aseguró
más de una vez el presidente
de las Naciones Unidas, Kofi Annan.
La Organización Panamericana
de la Salud (OPS) le pone cifras al
desafío: "El Día
Mundial del Agua, que se conmemora
hoy, es un momento para recordar que,
en las Américas, más
de 70 millones de personas todavía
carecen de agua potable, 95 millones
no tienen saneamiento básico
y 194 millones viven en hogares conectados
a sistemas de alcantarillado que no
reciben tratamiento".
Según sus estimaciones, la
región necesitaría unos
220 millones de dólares sólo
para superar el déficit acumulado
en la infraestructura sanitaria. Un
renglón fundamental es brindar
acceso al agua potable, entre otras
cosas, porque "la probabilidad
de que se presenten episodios diarreicos
en menores de 5 años -una de
las principales causas de mortalidad
infantil tardía y de desnutrición-
es inversamente proporcional a la
disponibilidad de agua potable".
Un alimento vital
Es que, como hace siglos descubrió
la medicina, el agua es un insumo
crítico para los humanos. Dependemos
de ella no sólo porque es un
alimento vital, sino también
porque es el disolvente de los demás
alimentos.
Se encuentra presente en todos los
líquidos corporales y tejidos
del organismo. Ocupa el 90% de la
masa del cerebro e incluso el 44%
del esqueleto, y suma alrededor de
dos terceras partes del peso total
de un individuo.
Pero, además, cumple una misión
primordial: mantiene en disolución
las sustancias orgánicas de
las células que hacen posible
el metabolismo, regula la temperatura
corporal y transporta nutrientes a
los tejidos y desechos celulares para
su filtrado. Delicados mecanismos
fisiológicos garantizan que
estas funciones se cumplan al dedillo.
El transporte de agua y minerales
a través de las membranas celulares
es tan complejo que sólo ahora
comienzan a develarse los mecanismos
moleculares que lo controlan. Las
protagonistas de este proceso son
las acuaporinas, una familia de complejas
estructuras proteicas que transportan
más de mil millones de moléculas
de agua por segundo hacia afuera o
hacia dentro de las células.
En todas las edades mantener una
correcta hidratación es vital
para la salud. Aun así, el
agua contaminada puede ser un vector
de numerosas sustancias potencialmente
peligrosas. Por primera vez, esta
edición del Foro Mundial del
Agua contó con una mesa integrada
por médicos, de la Asociación
Japonesa y de la Asociación
Mundial de Médicos.
La doctora Kati Myllymäki, presidenta
de la Asociación Médica
Mundial, afirmó que el agua
tiene efectos sobre la salud que pueden
ser instantáneos, de corto
plazo o de largo plazo. "Se sabe
hoy, por ejemplo, que el estrógeno
en el agua de consumo puede causar
infertilidad en los hombres -afirmó-.
Y nuestra sociedad está produciendo
tantos materiales de descargo que
sus efectos sobre la salud son insospechados."
Según Myllymäki, hay,
sin embargo, mucho por hacer. "En
primer lugar, un diagnóstico
cuidadoso de la situación -sugiere-.
Luego, tomar medidas preventivas,
antes de que sea tarde, porque ni
la mejor y más avanzada tecnología
es suficiente si no hay agua segura
y saneamiento."
Los países latinoamericanos
se encuentran especialmente castigados
por el problema de las aguas insalubres.
Y la situación más grave
se sitúa, actualmente, en las
zonas rurales: de los 1200 millones
de personas que carecen de acceso
al agua segura en el mundo, 800 millones
son pobladores de zonas rurales.
Un aspecto grave del problema, según
un trabajo de la doctora Marta Litter,
de la Comisión Nacional de
Energía Atómica de la
Argentina, es la alta presencia de
arsénico en aguas subterráneas
del país. La investigadora
participó del desarrollo de
un programa de tecnologías
sencillas y de bajo costo apoyado
por la OEA. Una de ellas es la desinfección
solar de agua en unidades individuales,
una técnica que consiste en
la exposición al sol por algunas
horas de botellas de plástico
con agua contaminada y que permite
su purificación. Otra es la
remoción de arsénico
por oxidación solar.
En busca de una toma de conciencia
Como no podía ser de otro
modo, la crisis general del país
afectó también la concreción
de planes de agua potable y saneamiento.
"Ultimamente, está todo
en proceso de revisión -dijo
recientemente el ingeniero Víctor
Pochat, director nacional de Políticas,
Coordinación y Desarrollo Hídrico-.
Es por la situación general
y por la falta de acceso al crédito
internacional, del que dependían
numerosos planes de financiamiento.
Por otro lado, está el problema
de las provincias y municipalidades
que tomaron créditos en divisas
y ahora tienen que pagarlos en dólares,
lo que les crea un grave problema.
Es un tema no resuelto."
En valores medios, se podría
decir que la Argentina es un país
rico en materia de agua dulce, aunque
las dos terceras partes de su territorio
son áridas o semiáridas.
La mayor parte del agua disponible
(el 84%) está en la cuenca
del Plata. El 70% del agua utilizada
va al riego. Según Pochat,
en las ciudades existe un gran derroche
de agua. "Evidentemente hay que
buscar tecnologías que permitan
economizar, pero sobre todo instar
a la población a una toma de
conciencia de lo que significa estar
derrochando el agua, del valor que
posee el agua de buena calidad."
22 de marzo de 2003
Fuente:
PÁGINAS
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