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Una
segunda marea afectó
de nuevo a la Costa de la
Muerte, arruinando el trabajo
de los voluntarios.. |
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SANTIAGO. El gran
frente de manchas de fuel dispersas,
que cambian constantemente de dirección
al albur de vientos, corrientes y
oleaje, atacó ayer de nuevo
la ya arrasada Costa de la Muerte,
arruinando el trabajo de los centenares
de voluntarios que limpian las más
de 160 playas que ya se han visto
asfaltadas por una masa viscosa y
espesa que se pega a todo lo que toca.
La amenaza de la fragmentada segunda
marea del «Prestige» se
cierne también sobre la Ría
de Arosa, la más rica en producción
pesquera de la Comunidad, y sobre
el espacio natural protegido de las
dunas de Corrubedo.
Las condiciones
meteorológicas no llaman al
optimismo. Las olas de más
de tres metros dificultaron extraordinariamente
el trabajo de la flotilla internacional
que intenta minimizar la catástrofe
en alta mar -aunque los barcos de
lucha contra la contaminación
consiguieron arrancar ayer otras 1.500
toneladas de residuos-, y los vientos
de componeste oeste y noroeste dirigen
con dramática tozudez las concentraciones
de hidrocarburo, a veces de hasta
20 centímetros de espesor,
contra el litoral gallego. Ni siquiera
el acuerdo entre el Gobierno y la
Xunta para agilizar el pago de las
ayudas a los pescadores consiguió
levantar el ánimo en las cada
vez más numerosas poblaciones
afectadas. Las playas de Riazor y
Orzán, en La Coruña,
amanecieron cubiertas de grumos de
un fuel definido como «mulato»
por el alcalde de la ciudad, Francisco
Vázquez, ya que no son del
todo negras, mientras otras oleadas
cubrían el faro de Corrubedo.
La extensión
de la prohibición de faenar
en la zona a las flotas de arrastre
y cerco responde por otra parte a
la cada vez mayor dificultad de faenar
en un tramo, creciente cada día,
de más de 400 kilómetros
del litoral que hasta hace menos de
20 días era uno de los más
fecundos de Europa, ya que el fuel
cubre también el fondo marino,
multiplicando así los desastrosos
efectos del desastre en los recursos
marinos. La sucesión de malas
noticias se vio ayer compensada en
parte por los resultados de la primera
inmersión del batiscafo francés
«Natutile, que no encontró
restos de fuel en el lugar del hundimiento
del petrolero.
Efectivos de Salvamento
y de Protección Civil empezaron
ayer a instalar en la Ría de
Arosa barreras flotantes contra la
contaminación similares a las
que intentan proteger calas y estuarios
en toda la Costa de la Muerte. Ya
se han colocado 12.000 metros y hay
otros 32.000 disponibles, repartidos
en diferentes bases, a la espera de
ser utilizados en los puntos más
amenazados por las placas de hidrocarburo.
Sorpresa en El
Grove
El patrón
mayor de la Cofradía de pescadores
de El Grove, una localidad afamada
por su fiesta del marisco, mostró
ayer su sorpresa por la instalación
de barreras en las inmediaciones del
puente de la isla de La Toja, destinadas
a proteger tanto las bateas mejilloneras
que configuran su paisaje como el
espacio natural Umia-El Grove. Francisco
Iglesias se lamentó de que
«han instalado esas barreras
sin comentarnos nada. No han contado
con la opinión de los miembros
de la cofradía que conocen
la situación tanto de las concesiones
marisqueras como de los movimientos
de las corrientes marinas que podrían
acercar a la zona la marea negra».
Son, en cualquier caso, obstáculos
que a su juicio «no protegen
nada porque el fuel puede entrar sin
problemas en la ría».
Pese a su pesimismo, tres barcos de
limpieza consiguieron ayer eliminar
la amenaza de varias pequeñas
concentraciones de fuel que se acercaban
peligrosamente a la isla de Sálvora,
que cierra la Ría.
3 de diciembre de 2002
Fuente:
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