Puede la Cumbre
de la Tierra Johannesburgo 2002 revertir
el delicado estado de salud del planeta?
La pregunta obviamente apunta al cada
vez más notorio desequilibrio
ambiental que amenaza la supervivencia
de las especies, la potabilidad del
agua, el uso de los recursos naturales,
la igualdad social y en definitiva
la vida de las personas. Sin embargo,
la Cumbre, organizada por la Naciones
Unidas, que continúa la de
Río 92 y que reúne a
65 mil delegados de 200 países,
7.000 ONG y asociaciones, se convirtió
en el escenario donde se libra una
nueva batalla del enfrentamiento entre
el Norte rico y el Sur empobrecido.
Las negociaciones en favor de un desarrollo
sustentable (esto significa, crecimiento
con progreso económico, equidad
social y calidad de vida) derivó
en una profundización de la
polémica por la brecha entre
países ricos y pobres y también
en una puja de poder entre los bloques
de EE.UU. y la UE.
Diez años
después de Río 92, el
clima sigue cambiando, el ambiente
está seriamente afectado,
la emisión de anhídrido
carbónico aumentó un
9 por ciento en los países
ricos, las muertes por SIDA se multiplicaron
y la pobreza continúa creciendo.
En la inauguración del encuentro,
el presidente sudafricano, Thabo Mbeki,
instó a reducir la brecha entre
ricos y pobres. "Una sociedad
global basada en la pobreza para muchos
y la prosperidad para unos pocos,
rodeados de un océano de pobreza,
no es sustentable". En un comunicado,
el Foro paralelo organizado por las
ONG sentenció: "Los países
ricos se arrodillan ante los grupos
que representan los intereses de las
poderosas corporaciones internacionales".
La agenda técnica
de la Cumbre, la que concierne al
orden de las cuestiones relativas
al ambiente, se discute en paneles
y talleres que no concentran la atención
mundial. Las cámaras de tevé
tratan de enfocar las conversaciones
paralelas, las que se realizan a puertas
cerradas y toman las decisiones trascendentales
para el destino mundial. Allí
las delegaciones de la UE y de EE.UU.
suelen oponerse sistemáticamente
a las propuestas de los países
en desarrollo que impliquen responsabilidades
para el Primer Mundo. Los países
del Sur piden que se disminuyan los
subsidios agrícolas a sus empresas
que, a su vez, venden productos básicos
en los mercados emergentes. Y, al
mismo tiempo, la Unión Europea
y los Estados Unidos bloquean la entrada
de los productos de los países
en vías de desarrollo.
En la Cumbre se
señaló, que las subvenciones
de los países de la OCDE fueron
de 311.000 millones de dólares
en 2001 y que para este año
superarán los 400 mil. Esta
cifra equivale casi seis veces a la
ayuda al desarrollo y cuatro a los
intereses de las deudas externas de
los países en vías de
desarrollo. Para esquivar la confrontación,
los voceros económicos de EE.UU.
y la UE dicen que éste no es
el ámbito donde se deben discutir
estos puntos. Sin embargo, la producción
agrícola es uno de los caminos
que haría posible la disminución
de la pobreza hacia el 2012. Este
fue el argumento desarrollado en la
segunda jornada de discusión.
Pero si los países del G7 se
aferran a la postura de subsidiar
a sus empresas, esto no será
posible.
Para la especialista
en relaciones internacionales, la
brasileña Mónica Hirst,
la politización de los foros
internacionales organizados por las
Naciones Unidas es un proceso que
se generó escalonadamente desde
los primeros encuentros realizados
en los años 70. Allí
comenzaron a aparecer las posiciones
de los países del Tercer Mundo,
siempre contundentes y de gran visibilidad,
y que desde entonces generaron un
enfrentamiento de bloques Norte y
Sur. Todavía no existían
las movilizaciones políticas
de las ONG que hoy acompañan
esos foros pero el conflicto estaba
presente. Entonces comenzó
a armarse una agenda de los estados
y otra muy fuerte de las ONG y fue
en 1992 con la Cumbre de Río
de Janeiro que esta esquizofrenia
de la comunidad internacional se hizo
más visible. La proliferación
de ONG y la creciente politización
de la agenda global provocó
que los debates internacionales realizados
en cualquier lugar del mundo sirvieran
para cuestionar las consecuencias
de la globalización económica.
Todos los problemas que se barrieron
debajo de la alfombra hace treinta
años, ahora aparecen como urgencias,
señala Hirst y agrega: Hoy
estas reuniones se han radicalizado
y las cuestiones por la sobrevivencia
a la globalización se ponen
en evidencia. Ya en la Cumbre de la
Mujer de Pekín en 1995 esto
aparecía nítidamente.
El otro costado
preponderante de la Cumbre es el económico.
El politólogo italiano Fulvio
Attinà, autor de "El sistema
política global" dijo
que las dificultades para la solución
de los problemas del ambiente están
relacionadas con: 1) la ciencia no
tiene un conocimiento muy fuerte de
los problemas de la contaminación:
esto produce incerteza sobre las medidas
a tomar y 2) la contaminación
y su resolución son problemas
económicos. Sólo las
medidas anticontaminantes que sean
baratas son buenas; las medidas anti
contaminante costosas no lo son. La
investigación científica
debe trabajar para encontrar medidas
de anticontaminación económicas
y así se podrá controlar
la contaminación.
A Sudáfrica,
han llegado, y llegarán, casi
cien jefes de Estado, pero entre ellos
no estará George Bush que envió
una delegación al mando de
su secretario de Estado Colin Powell:
definido en la Cumbre como una paloma
solitaria del gobierno de Bush que
defiende los intereses del imperio
como un halcón. A su llegada
se dirigió a la prensa con
esta frase: "Estados Unidos está
ocupado en construir un mundo en el
cual los chicos puedan crecer protegidos
del hambre". Hubiera sido muy
difícil para Bush enfrentar
a un auditorio que tiene muy fresca
una de sus últimas criticadas
recomendaciones: talar árboles
con el fin de detener los incendios
forestales del sudoeste de EE.UU.
Mientras tanto,
el resto del planeta sigue esperando
que EE.UU. firme el protocolo de Kyoto
que impulsa la reducción de
emisiones de gases contaminantes como
el anhídrido carbónico
que provoca el efecto invernadero,
es decir el recalentamiento del planeta
que causó entre otras cosas
las recientes y graves inundaciones
en Europa y que también hizo
lo mismo en territorio argentino.
China acaba de firmar el protocolo
comprometiéndose a reducir
la emisión de gases y Rusia
se niega a hacerlo. El consultor internacional
Daniel Bouille de la Fundación
Bariloche interpreta esta actitud:
la presencia de la delegación
de EE.UU. será intrascendente
a los objetivos de la Cumbre y, en
gran medida, constituirá un
freno o bloqueo a muchas iniciativas
que se puedan generar allí,
dependiendo de la actitud que adopte
la Unión Europea que, en realidad,
no constituye un bloque sólido
y homogéneo en su enfrentamiento
de ideas y acciones con EE.UU.
La biodiversidad
argentina
La delegación
argentina de la Secretaría
de Ambiente y Desarrollo Sustentable
es de apenas cuatro personas a la
que se suman funcionarios de Cancillería
y de la embajada argentina en Sudáfrica.
El ingeniero Carlos Merenson se encuentra
al mando de la comitiva. Desde Johannesburgo
dijo cuáles son las características
que distinguen su trabajo a diferencia
de gestiones pasadas: Hoy la Argentina
tiene una gran oportunidad de dejar
de aplicar un modelo no sustentable.
Ahora los escenarios son distintos
y la negociación internacional
es muy dinámica. Hoy nuestro
país está en el grupo
que tiene que estar, con el G77 que
le es propio y se encuentra fuertemente
unido con sus hermanos.
Según Octavio
Pérez Pardo, director nacional
de Recursos Naturales y conservación
de la biodiversidad la postura argentina
fue elaborada en un esquema latinoamericano
y caribeño. En sus ejes coincide
en la eliminación de los subsidios
agrícolas; así, los
ingresos de los productores argentinos
se podrían multiplicar por
cuatro. También se apoya la
postura brasileña para que
el 10 por ciento de la matriz energética
mundial se destine a las energías
renovables en el 2010. Este último
punto es discutido por los grandes
bloques de poder que encontraron una
inesperada alianza con el bloque de
los países árabes.
El panorama ecológico
argentino presenta algunas cuestiones
inquietantes aunque no está
considerado internacionalmente como
dramático. Para Greenpeace
Argentina son: inundaciones, sequías,
la posibilidad de que se instalen
basureros nucleares, la depredación
de la merluza y la consecuente alteración
de la cadena alimentaria marina, las
emisiones de sustancias tóxicas
por varias industrias que perjudican
la salud de miles de personas que
conviven con esas industrias, la presencia
de residuos químicos en ríos
y cursos subterráneos de agua
y suelos.
Claudio Bertonatti,
coordinador del departamento de Información
y Educación ambiental de la
Fundación Vida Silvestre sostiene
que no puede dejar de preocuparnos
la interacción entre la pobreza
y el deterioro ambiental. Ambas se
potencian porque es evidente que la
destrucción de la naturaleza
causa mayor pobreza, porque con menores
recursos naturales existen menores
oportunidades de subsistencia. Esta
gente suele ser la más afectada
por el deterioro ambiental y, los
más pobres entre los pobres,
los más damnificados.
En el ámbito
parlamentario la preocupación
por las consecuencias ambientales
a la que se expone el país
es escasa. Oscar González,
secretario de la Comisión parlamentaria
de Recursos Naturales y conservación
del ambiente humano e integrante del
ARI, señala que el tema ambiental
no figura en las agendas de casi nadie,
ni siquiera en la propia labor legislativa
y asegura que hay una política
de privilegiar los intereses de las
empresas por encima de todo. La diputada
radical Graciela Gastañaga
cree que desde la Argentina debemos
insistir en la efectiva puesta en
práctica del protocolo de Kyoto
y los mecanismos de Desarrollo Limpio
previstos allí, y que si bien
fue firmado en 1997, aún no
fue ratificado por los principales
países emisores de gases ni
por las grandes potencias.
Emiliano Ezcurra,
un activista de Greenpeace Argentina,
dice desde Johannesburgo que la organización
ecologista comparte el desencanto
del resto de las entidades presentes
sobre la pobreza de los textos que
se están negociando. La Cumbre
se desarrolla en un contexto de fuertes
presiones de lobby por parte de delegados
oficiales, de ONG y fundamentalmente
de quienes representan los intereses
de empresas. Ellos visitan los bunkers
de las delegaciones de los países
poderosos: los negocios tienen que
seguir echando humo. Un gran interrogante
toma forma sobre el telón de
la Cumbre, ¿las potencias permitirán
el deseado y remanido "desarrollo
sustentable" de los países
más pobres? En la Cumbre no
está en juego eso, dice el
Secretario Merenson. Desde su punto
de vista, el mundo va a cambiar de
rumbo cuando la crisis ambiental global
sea ya incontrolable. Aunque se ha
encendido una luz de esperanza, señala.
De esta ilusión
depende la vida de 1.200 millones
de personas que viven con menos de
un dólar por día; de
800 millones de los países
en vías de desarrollo que no
disponen de alimento suficiente; de
985 millones de analfabetos; de más
de mil millones que no tienen acceso
al agua potable; de 2.400 que no tienen
acceso a una estructura sanitaria
adecuada; de 325 millones que no van
a la escuela. Una gigantesca depredación
humana. Las recientes inundaciones
en Europa demostraron que no hay un
rincón en el mundo que esté
a salvo de la depredación ambiental.
La luz roja está encendida,
en el Sur pero también en el
Norte.
Fuente: Suplemento
Zona - Diario Clarín
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