El avance de
la marea negra sobre las costas gallegas
y portuguesas.
Una tercera marea
negra peor que las anteriores puede
llegar el próximo jueves a
las costas gallegas y portuguesas.
Esta nueva placa de contaminación,
estaría formada por grandes
manchas, casi treinta, ubicadas frente
al litoral que se sumarían
a las grandes manchas que ya están
en la zona donde se hundió
el petrolero Prestige.
El propio presidente
del gobierno, José María
Aznar, admitió que el ejecutivo
se preparaba para hacer frente a otro
nuevo desastre después de los
grandes daños en Galicia, Asturias,
Cantabria y el País Vasco producidos
por las dos primeras mareas.
El batiscafo francés
Nautile descubrió ayer tres
nuevas grietas en la popa, cinco en
total, por donde se escapa continuamente
el fuel. El Prestige se partió
en dos y se hundió el 19 de
noviembre a 246 kilómetros
del Cabo Finisterre.
La popa y la proa
están separadas por 3.700 metros.
Por la proa también se filtra
combustible pero la más grave
amenaza la constituyen fuertes deformaciones
en el casco. La presión puede
terminar provocando una rotura de
los tanques que liberarían
una extraordinaria cantidad de fuel
altamente contaminante.
¿Que hacer
para frenar los vertidos y evitar
una rotura descontrolada de la popa
y la proa del Prestige? Los técnicos
manejan cuatro posibilidades. Una
es colocar explosivos que rompan el
casco y liberen el fuel. En la superficie
estaría una gran flota de barcos
anticontaminación para absorver
el combustible. Pero, esta alternativa
solo es viable con excelentes condiciones
meteorológicas, cosa que nadie
puede garantizar. La otra solución
es bombear el fuel desde barcos petroleros.
Los 3.800 metros de profundidad también
convierten en una tarea casi imposible
esta alternativa y la tercera solución:
reparar las grietas desde batiscafos.
La cuarta se esgrime con asiduidad
y consistiría en lanzar grandes
cantidades de cemento para revestir
herméticamente la popa y la
proa.
El vicepresidente
del gobierno, Mariano Rajoy, informó
ayer que las manchas más importantes
están a 80 kilómetros
del cabo de Silleiro, ubicado a unos
nueve kilómetros de la frontera
con Portugal. A partir de mañana,
los vientos y corrientes van a empujar
esas placas hacia las Rías
Bajas y el norte de Portugal.
Esta nueva alerta
ha hecho redoblar el trabajo de 7.000
efectivos militares que han reemplazado
a muchos miles de voluntarios que
han debido volver a sus trabajos o
a sus estudios. El litoral gallego
está casi todo contaminado
y, a continuación, la más
perjudicada es la vecina Asturias.
Cantabria y el País Vasco también
tienen zonas adonde ha llegado el
fuel. En tanto, Francia está
en estado de alerta porque se espera
que las primera placas lleguen a sus
costas pasado mañana.
10 de diciembre de
2002
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