Los fuertes vientos
podrían agravar la situación.
Se complican las tareas de rescate.
Intentarán un nuevo operativo
para tapar las grietas del barco hundido.
Grandes placas de
fuel de la llamada tercera marea negra,
golpearon sin descanso la Costa de
la Muerte en Galicia formando capas
de un insólito espesor de entre
cuarenta centímetros y un metro.
Hay arenales y caletas colmados por
la maloliente contaminación
de color negruzco que se extiende
"formando un paisaje de características
lunares", explican los voluntarios.
El trabajo de los
voluntarios y militares se ha vuelto
muy difícil y peligroso. Algunos
policías que colaboraban en
la limpieza se lanzaron ayer a recoger
el "chapapote" (brea, alquitrán)
y quedaron semiatrapados en la mancha.
El oleaje los llevo hacia adentro
y tuvieron que ser rescatados. Otro
voluntario se quebró una pierna
y otros han tenido que ser ayudados
a salir de la masa de fuel y arena.
"Esta no es
la tercera marea negra sino la quinta
o sexta que sufrimos desde que llegó
el primer vertido del petróleo
el 16 de noviembre pasado", señaló
un vecino de la zona de Carnota cuyos
34 kilómetros de costa y playa
son los más gravemente afectados.
Durante la jornada
de ayer continuó el mal tiempo
y los arenales de Ribeira, Carnota,
Camariñas, Fisterra, Muxia
y Corcubion recibieron oleadas de
placas contaminantes. "Hemos
limpiado varias veces. Ya no damos
más. Seguimos trabajando sin
medios adecuados" se lamentó
uno de los voluntarios.
El viento del sur
está empujando grandes manchas
que se encontraban frente a las Rías
Bajas (Vigo, Pontevedra y Arousa)
hacia la zona de la Costa de la Muerte
por lo que en los próximos
días llegarán más
placas a Muros, Carnota, Cabo Finisterre,
Cabo Touriñan, Muxia y Camariñas.
El mayor desastre
ecológico en la historia de
España, y quizás de
Europa, comenzó el 13 de noviembre
pasado cuando el petrolero griego
Prestige, que transportaba 77.000
toneladas de fuel altamente tóxico,
tuvo una avería y virtió
4.000 toneladas. La nave se encontraba
frente a la Costa de la Muerte, en
Galicia, así llamada por la
cantidad de naufragios producidos
en una zona batida por huracanes.
Se decidió
entonces alejar el Prestige mar adentro
hasta un área a 270 kilómetros
de las costas gallegas. Pero, un fuerte
mar de fondo hizo naufragar al petrolero
que se partió en dos y se hundió
durante seis horas. En ese proceso,
se produjeron vertidos por otras 16.000
toneladas.
La proa y la popa
yacen ahora a 3.800 metros de profundidad
y derramaban 125 toneladas por día
a través de 14 grietas. El
batiscafo francés Nautile pudo
taponar una de las grietas. El buen
resultado de la operación ha
decidido al gobierno español
a contratar al instituto francés
propietario del buque Atalante, desde
donde opera el batiscafo, para tratar
de tapar las otras trece grietas mediante
diversas técnicas. El costo
será de 1,2 millones de euros
y requerirá entre 15 y 20 inmersiones
del batiscafo. Los trabajos quedarían
completos a mediados de enero.
Lo más grave
durante la jornada de ayer fue comprobar
la existencia de la "amenaza
fantasma" un fenómeno
que provoca gran angustia entre los
pescadores que se lanzan al mar para
detectar las manchas y combatirlas
antes que lleguen a las costas. Un
avión detecta una gran placa
contaminante y comunica por radio
su posición. Pero cuando llegan
los barcos de los pescadores no encuentran
nada. Sucede que la mancha contaminante
se desplaza a dos metros de la superficie
y sólo se la divisa desde el
aire.
El litoral gallego,
de unos 1.200 kilómetros está
afectado en casi toda su extensión.
de 1.064 playas hay 657 afectadas
y 87 muy dañadas. En las otras
llegan grumos de fuel que pueden ser
limpiados por los voluntarios. Hasta
ahora se han podido salvar del desastre
las Rías Bajas, gracias a una
lucha titánica de los pescadores
y marisqueros y a que las islas atlánticas
ubicadas en la bocana de las Rías
han actuado como defensas naturales.
La marea también
ha afectado a Asturias, Cantabria
y País Vasco y el peligro no
ha pasado porque si cambian el viento
y las mareas, las manchas contaminantes
en el Cantábrico se desplazarán
hacia las costas.
19 de diciembre de 2002
Fuente:
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