El encuentro
multinacional logró ayer un
acuerdo energético, pero sin
fecha de aplicación. Los debates
concluyen mañana y, hasta ahora,
no hubo resultados concretos como
se esperaba.
Muchas palabras,
pocos resultados. Esa es la síntesis
hasta ahora de la nueva Cumbre de
la Tierra reunida en Sudáfrica,
que a 10 años de su antecesora
en Río de Janeiro aún
no pudo solucionar ni un décimo
de los problemas planteados en su
momento bajo el calor brasileño.
Ayer, jefes de Estado y de gobierno
de un centenar de países volvieron
a comprometerse como en 1992
a poner los medios para erradicar
la pobreza y librar al planeta del
desastre ecológico, mientras
detrás del escenario, en interminables
horas de discusión, sus técnicos
y burócratas forjaban a duras
penas un acuerdo incompleto sobre
energía que no cambiará
la vida de los países en vías
de desarrollo. A horas de la clausura
del encuentro de la ONU, que sobreviene
mañana, los líderes
se empeñan en una carrera contra
reloj para salvar a la reunión
de otro previsible fracaso.
Luego de una semana
de discusiones técnicas, ayer
se abrió la parte política
de la cumbre con una agotadora sesión
de casi 80 discursos de los mandatarios
asistentes, con la ausencia del gran
convidado, el presidente de EE.UU.,
George Bush, que decidió no
ir.
Lo más original
fue esta vez la participación
de tres niños de Ecuador, China
y Canadá, que le cantaron cuatro
frescas a un impávido plenario
compuesto por los líderes mundiales.
"Ustedes no nos escuchan",
fue el reclamo a coro de Justin Friesen
(10 años), Analiz Vergara (14)
y Liao Mingyu (11), elegidos para
esta ocasión hace tres meses
en un encuentro de la infancia en
la ciudad canadiense de Vitoria.
"Nos preguntamos
si un día va a nevar en medio
del verano", dijo Analiz con
demoledora sencillez. "Piensen
en sus hijos, nietos o sobrinos. ¿No
quieren que tengan al menos las mismas
oportunidades que tuvieron ustedes?",
agregó. Tras reclamar que se
gaste menos dinero en cumbres y se
apoye más a los pobres, concluyeron
con otra bofetada: "Más
que sus aplausos o comentarios, necesitamos
acciones."
La audiencia estalló
en una ovación, naturalmente.
Y uno de los que recogió el
guante fue el presidente francés,
Jacques Chirac. "Nuestra casa
se quema dijo en su discurso
y nosotros estamos mirando hacia otro
lado". Sus colegas también
mostraron preocupación ante
el inquietante panorama ligado a la
pobreza y al calentamiento global
del planeta. "Ultimamente hubo
un espectacular aumento de los fenómenos
meteorológicos extremos. Está
en juego la supervivencia del planeta",
dijo el canciller alemán, Gerhard
Schröder, evocando las inundaciones
que taparon de agua a un tercio de
su país hace apenas unos días.
El premier británico, Tony
Blair, acotó: "Sabemos
cuáles son los problemas y
las soluciones: la pobreza es la degradación
del ambiente. Si no son controlados
llevarán al desastre."
Ese énfasis
discursivo no se trasladó,
sin embargo, a resultados concretos
hasta ahora en la mesa de negociaciones.
Ayer, la cumbre alumbró un
acuerdo para que una parte de la energía
provenga de fuentes renovables como
la eléctrica y la eólica
que son menos contaminantes. Pero
el documento respectivo no fija ninguna
fecha ni porcentaje de aplicación
por presiones de EE.UU. y las petroleras.
3 de setiembre de
2002
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