El Gobierno adoptó las medidas
cruciales en el desastre del petrolero
con la certeza de que el "Prestige"
no tenía salvación,
que estaba condenado a hundirse. El
Juzgado de Corcubión ya dispone
de un dossier de más de mil
folios elaborado por la Dirección
General de la Marina Mercante en el
que se aportan los documentos que
respaldan las iniciativas que levantaron
más polémica.
¿Qué se puede hacer
con un petrolero con una enorme brecha
en su casco, cargado con 77.000 toneladas
de fuel que ya ha comenzado a verter,
escorado 30 grados, a la deriva y
con serio peligro de encallar en la
costa, condenado a hundirse y en medio
de un fuerte temporal con olas de
hasta diez metros de altura? Esta
es la situación que se encontraron
los técnicos de la Dirección
General de la Marina Mercante a las
15.15 del 13 de noviembre, cuando
el capitán del "Prestige",
Apostolos Mangouras, lanzó
su primera llamada de socorro. A pesar
de las críticas, los responsables
de Fomento tienen claro que las decisiones
que tomaron, en esas circunstancias
y en tiempo real, fueron las únicas
posibles. Y lo argumentan con los
informes técnicos aportados
al Juzgado de Corcubión.
Trasbordo de la carga. A las 9.30
del 14 de noviembre el Capitán
Marítimo de La Coruña
consulta con José Manuel Martínez
Mayán, capitán de la
Marina Mercante y profesor titular
de la Escuela Náutica de la
Universidad de La Coruña, quien
lo desaconseja categóricamente
(de forma verbal y en dos informes
posteriores). Los argumentos, entre
otros, fueron los siguientes: los
parámetros límites de
oleaje, viento y mar de fondo se superaban
ampliamente; se necesitaba, y no había,
un equipo especial (mangueras, alambres,
buque auxiliar, defensas...); se precisaba
un buque aligerador para realizar
la operación en no más
de dos viajes y era casi imposible
encontrarlo a tiempo; la carga estaba
fría y era improbable hacer
el trasiego con las bombas del propio
buque; había una altísima
probabilidad de que la popa del aligerador
fuera succionada hacia el petrolero
con el riesgo de daños irreparables
en ambos buques; la vía de
agua provocó una gran escora,
neutralizada por inundación,
lo que implicó un aumento de
los calados. Los técnicos destacan
que cada uno de estos problemas, por
separado, serían suficientes
para desaconsejar la operación,
por lo que en conjunto la hacen "sencillamente
imposible".
Meter el barco en puerto o fondearlo.
A las 10.05 del mismo 14 de noviembre
el entonces Capitán Marítimo
de La Coruña, Ángel
de Real, se puso en contacto con el
práctico del puerto, Evaristo
Landeira, para consultarle la posibilidad
de meter el barco "con objeto
de intentar la descarga en la refinería".
Landeira manifiesta: "En función
de las condiciones del buque (sobrecalado,
con escora, con una grieta al costado
de estribor, sin máquina...)
así como las de la mar en aquel
momento y las previstas le recuerda
(al Capitán Marítimo)
la prohibición de entrada de
buques con un calado superior a 15,50
metros en pleamar (...) vigente desde
1977, además la misma orden
prohíbe la entrada de buques
petroleros si no cuentan con elementos
de gobierno propios y máquina
en perfecto estado". El práctico
se refiere al riesgo evidente, acentuado
por las pésimas condiciones
del barco. "No obstante, y en
caso de insistir en la necesidad de
la entrada del buque (...) le explica
las enormes dificultades técnicas
que conlleva esta operación
de buque-petrolero remolcado debido
a las condiciones naturales del canal
de acceso, al viento y el mar reinante
que harían casi imposible efectuar
esta maniobra con cierta seguridad.
A pesar de ello en caso de que se
le ordenase, aceptaba intentar la
maniobra pero en tal caso debería
ser eximido de cualquier responsabilidad
por escrito". "A la nueva
pregunta de posibilidad de fondeo
en la Ría de Ares -continúa
Landeira- le contestó al Capitán
Marítimo que debido al tiempo
reinante no lo consideraba suficientemente
seguro, ya que el único punto
de fondeo debido al calado estaría
al nordeste de la Marola, quedando
abierto al temporal reinante".
Alejamiento de la costa. El margen
de maniobra era escaso, pero si el
buque encallaba en la costa se produciría
un grave riesgo para la salud de los
ciudadanos y habría que proceder
a su evacuación. En una reunión
del gabinete de crisis el día
14 el director general de la Marina
Mercante pone de manifiesto la necesidad
de que el "Prestige" sea
alejado de la costa, extremando las
precauciones.
Rumbo noroeste 330 grados. Según
el informe sobre la derrota del "Prestige"
elaborado por el subdirector general
de Tráfico, Seguridad y Contaminación
Marítima, con fecha de 23 de
enero de 2003, se decide ese rumbo
para alejar el inminente peligro de
embarrancamiento. Además, permitía
en esos momento "gobernar a la
mar" para minimizar el efecto
negativo de ésta sobre la estructura
dañada del barco. La posterior
puesta en marcha de las máquinas
fue, para el capitán del "Prestige",
un error, puesto que aumentó
las vibraciones del barco. Sin embargo,
el inspector marítimo que realizó
la operación, Serafín
Díaz, lo niega y asegura que
mientras él estuvo a bordo
(hasta las siete y cuarto) no existían
zonas vibratorias, ni tan siquiera
en la cubierta o los palos.
Rumbo sur-suroeste. A las cuatro
de la madrugada del día 15,
el "Prestige", de forma
unilateral, paró máquina
y ordenó al remolcador "Ría
de Vigo" poner rumbo 180º
aduciendo problemas. Las autoridades
españolas, que ya habían
conminado a Mangouras a mantener al
buque como mínimo a 120 millas
de la costa, no pusieron objeciones
al cambio hacia el sur. Las razones:
el tiempo iba a empeorar por el norte,
por lo que la estructura del buque
se resentiría aún más,
y había factores favorables
si navegaba hacia el sur. Además
de las condiciones meteorológicas,
el barco sufriría menor esfuerzo,
se encaminaba a aguas más tranquilas
y se atendía la petición
de los rescatadores privados. El último
rumbo del petrolero antes de hundirse
se adopta a las doce de la noche del
día 18, cuando una fragata
portuguesa comunica que el "Prestige"
no tiene autorización para
cruzar aguas de la zona económica
exclusiva portuguesa. Será
el viraje definitivo.
5 de marzo de 2003
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